48 HORAS EN LISBOA
Lisboa se reinventa sin descanso y sin embargo, parece más que nunca impermeable al paso del tiempo porque, cada cambio, cada alteración que en ella se produce no es sino para afirmar la identidad de un pueblo orgulloso de sus tradiciones y costumbres. No bastan 48 horas para conocer la ciudad de las siete colinas, pero vamos a intentarlo. Traveler.es
Aquí están todos los imperdibles para captar al menos un poquito de la esencia lisboeta.
Día uno
8.30- Café A Brasileira (rua Garrett): comenzamos con un desayuno a la Portuguesa en uno de los cafés más emblemáticos de la ciudad, que en su día fue muy frecuentado por Fernando Pessoa. Pide una ‘bica’, un café corto y ultra concentrado que los lisboetas adoran. Mientras, compartirás mesa con una escultura en bronce del propio Pessoa y podrás empezar a ambientarte observando el agitado ir y venir de los transeúntes.
Aprovecha para callejear por la zona de la Baixa, la zona de la ciudad que fue totalmente destruida en el terremoto de 1755 y en el que murieron 50.000 personas de una población total de 275.000. Pasea por la Praça Luís de Camões, el Largo de São Carlos hasta llegar alElevador de Santa Justa, obra de un arquitecto aprendiz de Gustave Eiffel, que conecta la parte baja de la ciudad con el Barrio Alto.
10.30- El mítico ‘eléctrico’ número 28: anímate a subir en este centenario tranvía para ascender perezosamente por las colinas de la ciudad hasta su punto más elevado, el popular barrio de Graça y sorpréndete con la pericia del conductor esquivando obstáculos por las intrincadas callejuelas.
Haz un alto en el camino para visitar la Sé Cathedral y la Iglesia de Santo Antonio, lugar de nacimiento del patrón de Lisboa, para a continuación quedarte extasiado en el Mirador de Santa Luzia, con la vista del río Tajo, y el deslumbrante monasterio de São Vicente de Fora, del siglo XVI.
12.00- Momento de adentrarse en Alfama, el barrio sin duda más fotogénico de la ciudad (atención, cámaras preparadas) con su amalgama de intrincadas callejuelas medievales y sus edificios de color pastel. Aquí la ropa se tiende en las cuerdas entre los edificios, los niños juegan todavía en la calle y en los minúsculos bares se sigue con verdadera pasión los partidos del Benfica o el Sporting (aunque hay que decir desde que Ronaldo y Mourinho reinan en el R.Madrid los portugueses siguen también con orgullo las hazañas de sus compatriotas en el club madrileño). Nuestro secreto: no te pierdas la ‘Casa de los Bicos’ una auténtica curiosidad arquitectónica cuya fachada está realizada con un total de 1.125 piedras en forma de diamante.
13.30- Almuerzo típicamente portugués: sardinas asadas en la parrilla acompañadas por una cerveza Sagres o Super Bock (otro de los orgullos portugueses). Encontrarás muchos sitios en Alfama donde degustarlas pero ninguno como Porta D’Alfama (Rua São João da Praça). Acomódate en su soleada terraza y, si tienes suerte, podrás disfrutar de los espontáneos que se arrancan a cantar fado vadio (no profesional) ante el deleite de los presentes. Y, de postre, hay que tomar Bolo de Bolacha, nada dietético pero buenísimo y perfecto para recargar baterías.
15.30- Tras las sardinas y el fado toca la vuelta al trabajo. Esta vez para ascender al Castillo de San Jorge, construido por romanos y visigodos y más tarde convertida en residencia morisca. Un auténtico oasis en la parte antigua de la ciudad.
17.30-18.30- ¿Agotado? No nos extraña. ¿Te apetecería relajarte con una caipiriña mientras contemplas la caída de la tarde sobre el río? Deseo concedido. Te proponemos el Chapitô(Costa do Castelo, n.º 1 / 7), un lugar mágico de los de siempre.
20.30- Hora del homenaje gastronómico. Tras un merecido descanso en el hotel, hora de cenar. Te proponemos dos opciones en función de tu presupuesto:
– Pap’Açorda: un clásico entre los clásicos en el Barrio Alto. Comida típica portuguesa con un toque de modernidad. El Bacalhau á Brás es una maravilla. Acompáñalo por un buen vino del Alentejo o del Douro y verás el cielo.
-Eleven: considerado como uno de los mejores restaurantes lisboetas (si no el mejor). El chef Joaquim Koerper nos ofrece un menú a base de ingredientes típicamente portugueses con fusiones creativas, como los filetes de salmonete con espinacas, maracuyá y café o el helado de aceite de oliva. Comida excelente al nivel de su precio, sólo para bolsillos desahogados.
24.00- La noche lisboeta tiene mucho que ofrecer. Divertida, ecléctica y vibrante. No te aburrirás.
Apor la primera copa. El sitio más de moda es indudablemente la Rua Nova do Carvalho en Cais do Sodré. Antigua calle de prostitutas y canallas es hoy una de las máximas atracciones de la noche lisboeta con lugares tan originales como la Pensâo Amor o el Bar da Nova Senhora con espectáculos burlescos y mucho más.
-Para continuar, un poco de música africana. Uno de los templos de la música Caboverdiana ha sido recientemente reabierto junto el río. B.Leza ofrece música en vivo para bailar a ritmo de África en Lisboa.
-Y para terminar la noche, el club Lux, (Av. Infante D. Henrique, Armazém A, Cais da Pedra a St.ª Apolónia) el sitio de referencia de la noche lisboeta desde hace más de diez años.Entre sus socios se encuentra el mismísimo Jack Nicholson. Atención, ponerse guapos para evitar sorpresas desagradables en la puerta.
Día dos
10.00-13.00- La Lisboa de los Navegantes y Descubridores. Hoy comenzamos nuestra visita en una de las zonas históricas más monumentales de la ciudad, Belém, desde donde partían en los siglos XV y XVI muchos de los grandes exploradores portugueses a la conquista de tierras desconocidas, como Vasco da Gama o Bartolomeu Dias. Pero antes de la inmersión histórica, imprescindible cumplir con el ineludible ritual de sentarse en la sala de azulejos de la Antiga Confeitaria de Belém para degustar los famosos pasteles de nata. Aunque los encontrarás por toda la ciudad este es el sitio obligatorio para tomarlos. Para una combinación única de sabores acompañalos con una copita de vino de oporto. Aunque quizás después de la juerga de anoche lo más adecuado sea una ‘bica’, o mejor, que sean dos.
Imperdible el Monasterio de los Jerónimos, sin duda el símbolo más impresionante del poder y riqueza portuguesa en la época de los descubrimientos. De estilo manuelino fue construido en el siglo XVI para conmemorar el viaje de Vasco de Gama. Otros puntos de interés son el Monumento de los Descubrimientos y la Torre de Belém, una elegante torre de estilo manuelino erigida como atalaya de defensa. El Centro Cultural de Belém (CCB) es también una buena opción con una tienda de artículos de diseño muy interesante y una terraza para tomar un café con vistas inmejorables.
13.00-15.30- Un toque de S.Francisco en Lisboa. El puente del 25 de Abril sobre el río Tajo nos recuerda irremediablemente el Golden Gate de San Francisco. Con 2,3 km, une los dos márgenes del río. A uno de cuyos lados se encuentra una réplica del Cristo Redentor de Río de Janeiro, aquí llamado Cristo Rei. Para admirar esta magnífica obra de ingeniería nada mejor que almorzar en la llamada zona de las Docas, antiguos almacenes de carga reconvertidos en zona de bares y restaurantes. Aunque las Docas ya conocieron épocas mejores, todavía es posible encontrar buenas opciones para degustar una sapateira recheada y un buen vino verde.
16.00-18.00- Una visita a la capital portuguesa se quedaría incompleta sin un paseo por su arteria principal: la aristocrática Avenida de la Liberdade, construida en el siglo XIX al estilo de los Campos Elíseos de París. Además de casas señoriales de interesante arquitectura, algunos selectos hoteles y tiendas de ropa de primeras firmas, una de las principales atracciones de la avenida consiste en sentarse en unos de los kioscos recientemente abiertos para degustar la sensación del momento, el llamado ‘Melhor Bolo de Chocolate do Mundo‘. Creado en 1987 en Lisboa esta delicia ha sido ya exportada a Brasil, Nueva York y más recientemente a Australia.
18.00- Terminamos nuestro paseo en la Plaza de los Restauradores, para poner así en práctica otro de los rituales obligados en la capital portuguesa: beber ginjinha, una bebida popular a base de cerezas y aguardiente. El sitio más auténtico para probarla es la Ginjinha do Rossio, en la Praça de São Domingos, un minúsculo local donde beberás codo con codo con los lisboetas de toda la vida.
20.30- Cena en Bica do Sapato, un sitio excelente para probar las especialidades de la exquisita cocina Portuguesa con una decoración chic. El sitio perfecto para decir adiós a la ciudad por sus espectaculares vistas sobre el río Tajo.