Quizás para muchos venezolanos resulte necesaria e imperiosa la existencia del banco central, aun en el desconocimiento exacto de ¿Cuál es su función? y ¿Para qué ha sido creado?, se les ha enseñado a amar y obedecer a pesar de los males que este pueda causar, curiosamente en la misma línea de lo que se les enseña a los ciudadanos sobre el Estado.
Se le ha obligado a pensar que la existencia misma del Banco Central debe ser algo así como la existencia de la constitución, algo imborrable, incuestionable. Pero la verdad es que Venezuela y gran parte del mundo ha sobrevivido perfectamente el mayor tiempo de la historia sin bancos centrales, de hecho la banca central surge como una iniciativa privada para poner fin a la inestabilidad causada por la irresponsabilidad de algunos bancos que abusaban de la fe de los depositarios y prestaban el dinero que estos depositaban bajo resguardo y con la intención clara de que el mismo se les devolviera en igual cantidad y condición a como se le era entregado al banco. En plena acción irresponsable y además ilegal los bancos hacían uso de este dinero depositado como sí los depositantes los autorizaran a prestarlo a otros clientes, tal acción conllevaba primero, a una confusión de la intención de los depositantes al creer que estos querían ahorrar su dinero, desprendiéndose entonces de sus riqueza para que el banco hiciera uso y lo otorgara como función de un préstamo a otros particulares interesados en recibirlos.
Esta acción trajo consigo la manipulación de una señal importante para la economía, generando una indicación errónea que sirvió de semilla para crecimientos económicos insostenibles, los bancos tomaban el dinero como si los agentes decidieran ahorrar hoy para consumir bienes futuros, al prestar este dinero e insertarlo en el mercado de crédito se expande la inversión en bienes de capital que realmente no serán demandados en un futuro, pues lo agentes no están actuando de tal manera, esta expansión del crédito solo responde a una manipulación del mercado de préstamo por parte de los bancos.
Cuando los depositantes acudían a los bancos en búsqueda de su dinero y estos eran incapaces de responder por el dinero confiado a los bancos se producía un escenario de pánico ante la imposibilidad de poder cumplir con el reintegro de los depósitos que habían anteriormente prestado a inversionistas a cambio de una tasa de interés y una garantía de devolución del mismo al final del periodo acordado. Amparados en la ley estadística de los grandes números los bancos cometían una acción irresponsable y fraudulenta, prestando el dinero de los depositarios como si estos efectivamente estuvieran dispuestos a desprenderse de el por un tiempo determinado para que otros agentes lo usen como soporte de la inversión. Hacían uso de lo que se conoce como reserva fraccionaria; el banco se queda solo con un porcentaje pequeño del dinero depositado y usa el resto para insertarlo en el mercado de crédito a largo plazo. Suponiendo que todos los depositantes no acudirán en el mismo momento a reclamar sus depósitos, así cuando se presentaba uno a solicitar su dinero le entregaban el dinero de otro, y tal acción bajo la creencia de que no acudirían todos al mismo tiempo. Además de involucrar un riesgo moral este comportamiento de los bancos trae consigo el riesgo de que las inversiones que sean financiadas con este dinero terminen siendo no rentables, bien porque no exista demanda futura para tal inversión ya que nadie esta efectivamente ahorrando hoy para demandar bienes futuros o porque se cometan errores de inversión lo que hace que los prestatarios no puedan retornar el crédito a los bancos.
Como fruto de la distorsión sembrada por los bancos mediante la operación de la reserva fraccionaria se causaban daños y se otorgaban señales erróneas en el mercado de préstamo que comprometían la estabilidad del mismo. Es así como un día un depositante acudía al banco y si este se encontraba incapacitado para reintegrar inmediatamente la totalidad del dinero el depositante podría asumir inmediatamente que el banco estaba insolvente y correr el rumor de que el banco no podía cumplir con sus compromisos, así todos y cada uno de los depositantes se apresurara en correr al banco para rescatar su dinero de esta mala acción, causando lo que conocemos como corrida bancaria, finalmente los bancos quebrarían y se vería afectada también la credibilidad de los otros bancos, ante la duda y temor de que efectivamente los depósitos este a salvo.
Con el fin de mitigar estos riesgos y garantizar la estabilidad del sistema financiero se crea el primer banco central que tuvo como intención fungir de prestamista de última instancia ante el fallo de cualquier banco insolvente y también como garantía de estabilidad para el resto del sistema bancario evitando la quiebra masiva por desconfianza. La banca central después de tanto interés por velar por la “estabilidad de la economía y los derechos de los ciudadanos” paso a ser una organización estatal, tal como hoy en día.
En Venezuela la banca central no llego sino hasta finales de 1939 con el decreto de creación del Banco Central de Venezuela, antes de ello existía la emisión privada de dinero por los bancos y además el patrón oro que obligaba a respaldar cada emisión de dinero con su contravalor en oro, es decir no se podía crear dinero de la nada sin antes tener nueva acumulación de oro. Hasta ese entonces cada bolívar que circulaba y que se creaba por la banca privada tenia obligatoriamente su respaldo en oro y era plenamente convertible, si algún tenedor particular de bolívares quería convertir toda su riqueza en oro solo bastaba con que se presentara en las oficinas del banco y demandara la conversión de los billetes por oro.
Efectivamente esto ataba de manos a los políticos ya que no tenían el control sobre la emisión monetaria y además debían ser disciplinados materia presupuestaria. Es por eso que se crea el Banco Central de Venezuela, primero con la intención de hacerse con el buen negocio de la emisión monetaria y segundo para luego poder hacer trucos y mañas para apoderarse del dinero de los particulares.
La primera gran devaluación de la historia monetaria venezolana tuvo lugar inmediatamente con la creación del Banco Central de Venezuela (BCV), vía decreto se ejecutó la creación del BCV y al mismo momento se redujo el respaldo en oro de los bolívares a solo un 50% de lo que antes existía. Es decir se creó con el fin inmediato de apoderarse primeramente del 50% de la riqueza de los particulares, eliminando el respaldo en oro de los bolívares. Con esto se produjo la primera gran estafa, se confisco inmediatamente y se expolio la riqueza de los particulares hasta solo la mitad de lo que antes poseían, del otro 50% se apodero el Estado venezolano. Este también es el punto de partida para los episodios inflacionario de hoy en día, una perdida inmediata del poder adquisitivo del dinero y la institucionalización de la expoliación de la riqueza de los ciudadanos como política de Estado bajo la figura del BCV.
Luego en 1960 se reduce nuevamente el respaldo en oro de los bolívares llevándolo a solo un 33% del valor de cada bolívar en oro, en 26 años el Estado había logrado confiscarles a los venezolanos el 77% de su dinero, garantizándole tan solo un 33% de respaldo en oro.
Un factor importante de resaltar es que para esos años el mundo entero actuó siguiendo la política irresponsable de los Estados Unidos, primeramente con el presidente Franklin D. Roosvelt en 1963 con la Orden Ejecutiva 6102 prohibió la tenencia de oro de los particulares, confiscando todo el oro posible para así emitir nuevos dólares y financiar el gasto estatal. Posteriormente seria emulado con mayor intensidad por el presidente Richard Nixon quien en 1970 decreto el fin de la convertibilidad al oro de los dólares americanos y el surgimiento de un nuevo sistema monetario mundial, conocido y usado actualmente como sistema de Dinero FIAT, donde no se garantizaría ningún respaldo monetario, solo estaría sostenido en la confianza de los ciudadanos en el “buen manejos que hagan los gobiernos de la economía” y la fortaleza monetaria.
En Venezuela el fin de la convertibilidad definitiva al oro llego más tarde en 1974, cuando se eliminó cualquier posibilidad de respaldo en oro del bolívar. Siguiendo el patrón mundial y el nuevo sistema fiduciario, se dio mayor sustento político al delicado negocio de la emisión monetaria, esta vez ejercido sin ningún descuido y bajo ningún perjuicio por el Banco Central de Venezuela, no existía temor alguno a equivocarse, las consecuencias al final solo serían cubiertas por los ciudadanos.
Cuando en 1974 se pone fin a la convertibilidad absoluta o parcial en oro se asume un sistema de Tipo de Cambio Fijo, bajo el cual el sistema monetario domestico estaría fijado en función al dólar estadounidense ($), esta vez bajo lo que parecía ser una especie de Patrón dólar. Se asumió una tasa de cambio de 4,30 bolívares por cada dólar. Este sistema logro permanecer estable por un tiempo y hasta logro apreciarse un poco producto de los incrementos que se experimentaron en los ingresos petroleros, pero, con ello también llego la irresistible tentación de poder emitir nuevos bolívares sin tener que antes generar nuevas entradas de oro a cambio, en este caso de dólares.
Con la irresponsable idea de que en el futuro los precios del petróleo podrían mejorar y lograr traer mayores dólares para cubrir el déficit que iban dejando los nuevos bolívares, se inauguró la fiesta del déficit y la inflación. Año tras año los episodios críticos de ingresos provenientes del petróleo amenazaban y comprometían aún más la relación de cambio de 4,30 bolívares por dólar. La actuación desenfrenada de los gobernantes y sus alborotados patrones de gasto público no tuvieron respeto alguno por el peligro que podrían causar y el Banco Central de Venezuela actuó inerte y fue cómplice, actuando de acuerdo a los fines para los que habían sido creados.
Mucho duro la fiesta y el alboroto hasta que la relación de cambio comprometía profundamente los recursos de las Reservas Internacionales, que actuaron como fuente de financiamiento para mantener el tipo de cambio fijo. La relación de 4,30 Bs/$ se había roto hace largo rato y lo que estaba financiando era una quemada masiva de las reservas internacionales para tapar el agujero cambiario.
En Febrero de 1983 cuando la fuga de capitales era incontenible y el deterioro de las reservas internacionales las llevo a estar en mínimos históricos operativos, el gobierno tomó la decisión de poner fin al régimen de tipo de cambio fijo y convertibilidad del bolívar frente al dólar. A partir de esa fecha se instauro un control de cambio, se realizó una gran devaluación que llevo a un nuevo Régimen de Cambio Diferencial, conocido popularmente como RECADI donde se mantuvo la tasa de 4,30 Bs/$ para importaciones esenciales y se creó otra de 6,00 Bs/$ para otras importaciones.
Este fue el inicio de una nueva era para la política monetaria del país, y la profundización de un camino sin retorno hacia la pérdida de poder adquisitivo del bolívar, en adelante y hasta la fecha se han ensayado un distinto número de políticas monetarias, de todo tipo y para cualquier gusto, todas y cada una de ella han sido consecuentes en alcanzar un solo fin; lograr destruir, deteriorar, erosionar, o pulverizar el poder de compra del bolívar, en todas y cada una de ellas el BCV ha tenido inmensa responsabilidad. Es así como hemos pasado de comprar un dólar por 4,30 bolívares en 1983 a tener que dar hoy 800.000 Bs/$ (devolviendo la reconversión monetaria de 2005) en el mercado paralelo, tomando en cuenta que es una tarea altamente difícil acceder a las tasas de cambio controladas: 6,30 Bs/$ Importaciones esenciales, 12 Bs/$ SICAD, 50 Bs/$ SICAD II, 198 Bs/$ SIMADI.
No solo la fortaleza monetaria externa se ha visto altamente comprometida con la aparición y funcionamiento del BCV en colaboración a los gobiernos de turnos, sino también el poder de compra domestico del bolívar, en este proceso además de contribuir al deterioro y la erosión en el valor del bolívar el BCV ha sido cómplice del financiamiento del déficit fiscal vía emisión monetaria, lo que ha generado inmediatamente pérdida de poder adquisitivo de la moneda, representada en forma de inflación.
El financiamiento del déficit fiscal vía impresión de moneda fue una práctica recurrente en muchos países hasta que entendieron que este proceso originaba peligrosos episodios inflacionarios, luego de tropezar una y otra vez con la misma piedra lograron aprender la lección y hoy en día no acuden a tal herramienta, excepto el Banco Central de Venezuela quien ha tenido un papel protagónico en el financiamiento del déficit fiscal con la emisión de nuevos bolívares sin respaldo alguno, causando por supuesto episodios inflacionarios que han colocado consecutivamente a Venezuela año tras año como el país con mayor inflación del mundo, con una diferencia enorme entre los resultados del país y la inflación promedio en el mundo. Hoy en día el promedio de inflación global está entre 3% y 4%, incluso Europa atraviesa por procesos deflacionarios, Venezuela ha tenido inflación de 27,6% 2011; 20,01% 2012; 56,2% 2013; 68,5% 2014. Mientras que la inflación promedio global es de un 3%, en el mejor año se obtuvo un resulto de 6 veces el promedio global, y en el peor año 2014 el resultado fue de 22 veces el promedio global. Evidentemente los niveles de inflación alcanzan niveles alarmantes y que en el entorno inflacionario global sobresalen por mucho a la media.
El Banco Central de Venezuela ha tenido gran participación y responsabilidad en la destrucción monetaria por acción o por omisión. Además ha tomado un comportamiento bastante irrespetuoso e irresponsable al decidir ocultar resultados e información económica clave para conocer el funcionamiento de la economía y para soportar la planeación y toma de decisiones de los agentes, en el año 2014 comenzó a rezagar la publicación de cifras y abandonar la actualización de datos en su sitio web. Al día de hoy el BCV aún debe la información correspondiente al IV Trimestre del PIB y el balance anual de la economía en 2014. Tampoco ha presentado los informes trimestrales I, II, III del año en curso, y mucho menos el informe mensual sobre inflación. En medio de un oscurantismo y temor de los resultados, evitan presentarlos al país y a los críticos pensando que así se aliviaran los males que han causado, desconociendo que el ocultamiento de información solo agrava el asunto.
10 meses después el BCV sigue en deuda de cada uno de los informes mensuales de inflación, el deterioro del poder adquisitivo del bolívar ha tomado un ritmo supremamente acelerado y la gente cada vez confía menos en la moneda. Sin siquiera una señal de responsabilidad que seguir, los ciudadanos alimentan sus miedos con más temor. Cuando un organismo que debería supuestamente velar por la fortaleza monetaria y la estabilidad de precios es incapaz de al menos producir información estadística, sino que se ocupa al contrario de destruir la fortaleza de la moneda y garantizar la inestabilidad de precios, vale la pena preguntarse: ¿para que necesitamos un Banco Central de Venezuela?
Si este es incapaz de cumplir al menos una labor informativa entonces debería cerrarse, debemos recordar que se creó con el principal fin de confiscar el oro de los venezolanos y con el tiempo se ha llevado mucho más, ha resultado ser una Gran Estafa. ¡Cerremos el BCV!
Willians Ruiz
Director Ejecutivo Instituto Ludwig von Mises Venezuela.
Director Liberty & Capital – FreeMarket Consulting.
Twitter: @williansruiz