La venezolana Ivonne Henríquez, quien llegó a Australia en 2008 junto a su esposo norteamericano, dijo hoy que teme ser separada de sus cuatro hijos porque su visado ha expirado y se encuentra en una situación ilegal.
“Se me acabó el tiempo, no logré resolver mi problema de ninguna manera”, dijo a Efe Henríquez, quien se encuentra con sus cuatro hijos, de entre 6 y 11 años, en una casa de acogida en la periferia de Sídney.
La mujer gozaba en calidad de esposa de los beneficios del visado 457, que se otorga a los trabajadores extranjeros calificados que son auspiciados por las empresas que los contratan en Australia.
Pero al separarse hace tres años ya no puede renovar este visado, que caducó este fin de semana, lo que la deja pendiente de las autoridades de inmigración con las que se enfrentará el lunes.
Los pequeños, Diego, Mateo, Tomás y Sophia, que tienen la nacionalidad estadounidense, “tienen un visado provisional hasta que se les dé la residencia permanente porque mi esposo presentó una solicitud para él y los niños sin mi consentimiento”, declaró.
“Y yo quedo con un visado provisional para organizar toda mi partida de Australia”, lamentó Hernández, que pretendía regresar a EEUU donde también le caducó el permiso de residencia.
Su esposo, con quien está enfrentado en los tribunales australianos por la custodia de los niños, “se enamoró de Australia y se quiere quedar el resto de su vida, sin volver más a EEUU, que es donde viví ocho años, donde lo conocí a él y tengo absolutamente a toda mi familia y nacieron mis hijos”.
Henríquez explicó que tras su difícil separación intentó montar una academia de kárate para ganar, sin éxito, una cierta cantidad de dinero que le permitiera quedarse en Australia, y ahora tampoco contempla otras opciones como pedir un visado de estudiante para poder trabajar en el país.
“No califico para ninguno de los visados que ellos tienen”, enfatizó Henríquez que añadió que tampoco puede, por el tipo de visado que tenía como esposa, pedir ayuda legal gratuita que se ofrecen en Australia.
Henríquez, que vive gracias a la ayuda de sus amigos en el exterior, aseguró que por su situación tampoco ha podido recibir por el momento ayuda consular ni de Estados Unidos ni de Venezuela.
“(Lo que más temo es) que mis hijos y yo nos separemos, que mis hijos no puedan tener una madre”, relató la venezolana, al recordar que ella creció sin la suya.
Su abogado, John Haddad, indicó al diario Sydney Morning Herald que afronta “un caso muy desafortunado”, mientras que el Ministerio de Inmigración aún no ha comentado el caso.
EFE