Probablemente millones de venezolanos se acuestan de noche pensando que, aunque el país es un desastre, siempre tenemos la Faja del Orinoco, ese reservorio de petróleo que contiene miles de millones de barriles y que servirá para poner al país de nuevo en buenas condiciones económicas. Este artículo es un intento de alertarlos sobre otras probables realidades en torno a la Faja.
En 2010 el corrupto Rafael Ramírez afirmó que para 2015 la faja estaría produciendo 4,1 millones de barriles diarios. Ya estamos en 2015 y la faja produce más o menos lo mismo que producía en 1998. Y lo que viene no es prometedor. Abajo explicamos por qué.
Resumen de su historia
La Faja del Orinoco ha sido por muchos años una promesa irrealizada. Descubierta por el pozo La Canoa 1 en 1938 fue esencialmente relegada a un segundo plano hasta la década de 1970, cuando se estatizó la industria petrolera. Hasta ese momento su desarrollo había sido muy incipiente por la baja calidad del petróleo allí encontrado, el cual va desde bitumen hasta petróleo crudo pesado.
La declinación en los yacimientos de petróleo liviano renovó el interés por la faja. Sin embargo, en el sector político de izquierda y de COPEI se oponían al desarrollo de la faja porque decían que ello representaría “la entrega” de esos recursos a las empresas internacionales. Comenzaba así a funcionar en la faja el síndrome de Florinda en Invierno: “al hombre mozo que te habló de amores, le dijiste, Florinda, que volviera, porque en las manos te sobraban flores para reírte de la primavera”.
Durante la apertura petrolera de los año 90 se hizo un progreso significativo en la faja, al establecerse cuatro proyectos de desarrollo en asociación con empresas internacionales de gran prestigio: Exxon, Conoco, Chevron y Total. Como resultado de esta apertura se invirtió en la faja del Orinoco una suma cercana a los $21000 millones y se generó un volumen de producción cercano al millón de barriles diarios. Se construyeron plantas de refinación profunda, a fin de convertir el petróleo extra pesado en un producto comercializable. En el año 2006, bajo el nuevo gobierno de Hugo Chávez, ese proyecto de desarrollo con la asociación de empresas internacionales fue “enterrado” (ese fue el término utilizado por el Sr. Chávez) y reemplazado por lo que se ha llamado “siembra petrolera”. Una de las víctimas de esta nueva política fue la orimulsión, un producto de bajo valor energético obtenido de la mezcla de petróleo crudo de la faja con aditivos y agua, a ser vendido como competidor del carbón, actividad que fue eliminada por el régimen. Las empresas fueron obligadas a renegociar sus contratos y dos de ellas, Exxon y Conoco, se fueron del país y demandaron a PDVSA. Esta empresa pretendía tener el 60% de propiedad accionaria y que las empresas extranjeras aportaran el 100% de las inversiones y gastos, para ser re-embolsadas con petróleo a futuro. De esta manera se consolidó la segunda etapa del síndrome de Florinda en Invierno: “Llegó el Otoño: cama y cobertores te dio en su deshojar la enredadera, y vino el hombre que te habló de amores y nuevamente le dijiste: -Espera”. Esta pretensión ha causado una paralización total de las actividades en esa zona.
La Faja del Orinoco ha visto un continuo desfilar de empresas grandes, medianas y pequeñas. Unas se van, otras llegan, las más están a la expectativa. Hay empresas de La India, de Vietnam (ya se fue), de Cuba, de China, de Rusia (algunas se fueron), de USA (solo queda Chevron). La mayoría de estas empresas presentes en la faja carecen de tecnologías apropiadas, de sólida gerencia y, sobre todo, de capital y de firmes intenciones de hacer aportes cuantiosos en el desarrollo de la zona. Hay mucho discurso, mucha propaganda, anuncios rimbombantes, pero nada en concreto
Mientras esta zarzuela ha estado llevándose a cabo por 15 años el mundo de la energía ha estado cambiando. Aparecieron con mucha fuerza, sobre todo en USA, el gas y el petróleo de lutitas. El uso de energías limpias está creciendo rápidamente, sobre todo en Europa. La presión de los ambientalistas se ha incrementado hasta el punto que en USA el gobierno ya ha presentado un agresivo proyecto de reemplazo de combustibles fósiles (petróleo y carbón) por fuentes renovables de energía. El auto eléctrico está proliferando. Se habla de innovaciones importantes en el campo de las células solares y de futuras granjas de energía solar almacenada en el espacio exterior. Se afirma que si se desea limitar el calentamiento global de la atmósfera a no más de dos grados centígrados, importantes yacimientos de hidrocarburos contaminantes deberán dejarse bajo tierra, “enterrados”, como diría el difunto comandante eterno.
En base a estas consideraciones geopolíticas y energéticas sobre las cuales Venezuela tiene poco o ningún control, podemos establecer dos o tres escenarios más probables para el futuro de la Faja del Orinoco a largo plazo, digamos unos 50-70 años. Los llamaremos: (1), Florinda en Invierno; (2) Una vejez modesta y (3), Un renacimiento inesperado.
(1) FLORINDA EN INVIERNO
Y ahora esperas tú, visión remota,
campiña gris, empalizada rota,
ya sin calor el póstumo retoño
que te dejó la enredadera trunca,
porque cuando el amor viene en Otoño,
si le dejamos ir no vuelve nunca.
Este escenario sería una extrapolación de lo que ha vendido sucediendo en los últimos 15 años. El consumo de gas natural y fuentes energéticas renovables seguirá creciendo, las presiones ambientales se harán más fuertes y continuará el reemplazo progresivo de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo de peor calidad por fuentes energéticas más limpias, como el gas natural. La ventana de oportunidad de los hidrocarburos líquidos más contaminantes y del carbón se cerraría en gran medida en unos 50 años.
Si esto fuera cierto, comenzar un programa de desarrollo de gran magnitud en la Faja del Orinoco, como lo siguen anunciando los jerarcas del régimen, a fin de producir 4 millones de barriles diarios adicionales de la Faja, tendría poco sentido. Un programa de esta magnitud tardaría unos 10 años o más en cristalizar y requeriría no menos de $50.000 millones en inversión, dinero que PDVSA no tiene ni tendrá en el futuro previsible. Ese dinero tendría que venir de empresas internacionales presentes hoy en Venezuela (Chevron, ENI, Repsol, etc.) , las cuales desconfían del régimen, o de aquellas que simplemente no están dispuestas a regresar (Exxon, Shell, BP, Conoco, etc.) mientras permanezca este régimen en el poder. En este escenario, una producción en la faja a 50 o más años plazo, tal como se viene anunciando en la Venezuela chavista, tendría pocas probabilidades de concretarse.
Creo que este escenario del Síndrome de Florinda, en base al cual la faja se convierte en una promesa incumplida y se ve puesta de lado por las fuertes tendencias mundiales hacia el uso de recursos energéticos más limpios, tiene un 40% de probabilidades de concretarse.
(2) Una Vejez Modesta
En este escenario la tendencia global de reemplazo de los hidrocarburos por fuentes más limpias de energía se mantiene pero hay un proceso más lento de reemplazo, lo cual haría posible que la faja establezca una producción de unos 2-2.5 millones de barriles diarios por los próximos 50 o más años. Sin embargo, para que este escenario se concrete se deberán llevar a cabo importantes cambios políticos en Venezuela. Este régimen no podrá hacerlo, debido a su total carencia de recursos financieros combinado con una actitud política que le impide asociarse de manera efectiva con el capital privado. En base a este escenario el país pudiera mantener una producción de petróleo del orden de los 3-3,5 millones de barriles diarios por un largo tiempo, probablemente hasta el fin del siglo XXI. Pero solo un país democrático y abierto a la participación plena del capital privado internacional, bajo reglas transparentes y estables en el tiempo, podrá concretar este escenario. Creemos que este escenario tendría un 50% de probabilidades.
(3) Un renacimiento inesperado
Bajo este escenario un evento geopolítico de gran magnitud o un cambio radical de la tendencia actual de reemplazar el petróleo por fuentes más limpias de energía colocaría el desarrollo de la faja del Orinoco en una situación de gran prioridad mundial. En ese caso sería posible conseguir los recursos financieros y técnicos para llevar la producción en la zona a unos 4 millones de barriles diarios en un período de unos 12 años. El esfuerzo logístico para llevar este incremento de producción a cabo es enorme y mucho tendría que cambiar en la naturaleza del gobierno y en la manera de operar de la industria petrolera venezolana para que ello se pudiera lograr. Es por ello que a este escenario le vemos apenas un 10% de probabilidades de concretarse.
Conclusión
Lo importante para Venezuela es que un escenario de alta producción petrolera en la faja del Orinoco parece menos y menos probable a medida que transcurre el tiempo. Estos últimos 15 años han sido tiempo perdido para la faja. Cualquier desarrollo futuro importante tomará unos diez años en concretarse. El pasar del tiempo contribuye a cerrar la ventana de oportunidad para esta inmensa zona de petróleos pesados y de bitumen cuyo desarrollo se ha estado quedando con los crespos hechos por culpa de los mitos y las ideologías estatistas cocinadas por el chavismo.
Este gran fraude de la faja del Orinoco merece la cárcel para todas las directivas de la PDVSA roja, comenzando por Rafael Ramírez y Eulogio Del Pino.