La Policía turca considera a los grupos yihadistas vinculados al Estado Islámico (EI) como principales sospechosos en el doble atentado suicida que el sábado causó al menos 97 muertos en una concentración pacifista en Ankara, según confirmó hoy el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu.EFE
“Investigamos al Estado Islámico de forma prioritaria. Nos hemos acercado mucho a un nombre. Este nombre indica una organización”, dijo Davutoglu a la emisora turca NTV, sin aclarar más detalles, argumentando el peligro de alertar a posibles “células durmientes”.
“Estas células durmientes podrían esconderse, podrían afeitarse la barba y cambiar de modo de vida”, advirtió.
Más allá de la escasa información oficial, varios periódicos turcos adelantaron hoy que las pesquisas se centran en la red de seguidores del Estado Islámico radicada en la provincia suroriental de Adiyaman.
El diario “Hürriyet” afirma que la Policía ha distribuido a las comisarías las fotografías y nombres de 16 hombres, a los que se les supone intención de convertirse en “bombas humanas”.
Los investigadores estarían recogiendo muestras de ADN de los familiares de estas 16 personas para compararlas con los restos de los dos autores del atentado suicida de Ankara.
La conexión yihadista parece evidente, dadas las similitudes del atentado de Ankara con la masacre de Suruç, en el sur del país, donde un islamista radical se inmoló el 20 de julio pasado, matando a 33 activistas de la izquierda prokurda.
Coinciden tanto el explosivo utilizado, una carga de 10 kilos de TNT, como la técnica de reforzar la bomba con bolas de rodamiento de acero que funcionan como metralla.
Las autoridades están seguras de que el terrorista de Suruç fue Seyh Abdurrahman Alagöz, un joven turco que se había entrenado con el Estado Islámico en Siria.
El método de fabricación de su bomba coincide con las técnicas utilizadas por el EI, según explicaron a Efe en julio fuentes del Gobierno turco.
El joven había sido captado por su hermano mayor, Yunus Emre Alagöz, cabecilla de una red de yihadistas conocida como “Los tejedores”.
Yunus Emre Alagöz viajó en 2013 a Siria y a Arabia Saudí y a su regreso fundó en Adiyaman una “tetería islámica”, donde adoctrinaba a yihadistas, hasta que la policía clausuró el local debido a las quejas de numerosas familias que veían cómo sus hijos se convertían en extremistas.
De este círculo salió, según las autoridades, Orhan Gönder, condenado por causar la muerte a cuatro personas al colocar una bomba en un mitin del partido de la izquierda prokurda, el 5 de junio, a dos días de las elecciones generales.
Los investigadores no descartan que el propio Alagöz sea autor o responsable de la masacre de Ankara, señala “Hürriyet”.
La aparente facilidad con que los yihadistas han podido moverse, pese a denuncias de sus propios familiares que hallaron poco eco policial, ha dejado en parte de la sociedad turca la impresión de complicidad o, al menos, despreocupación del Gobierno.
El blanco de la red los “Tejedores” ha sido precisamente la sociedad civil organizada de la izquierda turca y kurda, heredera de la ola de protesta antigubernamental de 2013 y rotundamente enfrentada al Gobierno.
Los gremios de médicos e ingenieros y los dos sindicatos que habían convocado la marcha del sábado han declarado hoy y mañana una jornadas de huelga.
Decenas de miles de personas salieron a la calle hoy en varias provincias para denunciar lo que consideran la responsabilidad gubernamental en la masacre, señala el sindicato DISK.
La tensión entre oposición y poder se incrementa así a sólo tres semanas de las elecciones del 1 de noviembre, adelantadas porque los resultados de junio no permitieron a ningún partido formar Gobierno.
El AKP, el partido islamista que en junio perdió la mayoría absoluta que había ido renovando desde 2002, ha anunciado que suspenderá su campaña electoral hasta el viernes debido al atentado, mientras que el socialdemócrata CHP, el mayor de la oposición, retomará sus actividades el jueves.
“Después de lo ocurrido, no creo que sea tan necesario hacer mítines multitudinarios. Queríamos una campaña bonita, con música, pero en esta atmósfera triste no podemos”, dijo también el copresidente del HDP, Selahattin Demirtas.
Por su parte, Murat Karayilan, el dirigente de la guerrilla del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK), reiteró hoy en un comunicado que no llevarán a cabo acciones armadas, salvo en defensa propia.
Karayilan pidió a todos los miembros de la guerrilla que regresen a sus posiciones en las montañas y dijo que esta decisión es un gesto para honrar la última voluntad de las víctimas de Ankara, que habían marchado por la paz.