Casi se puede escuchar al analista de la CIA bostezando mientras escribía las noticias más recientes de La Habana para presentárselas al presidente John F. Kennedy en su informe matinal del 28 de julio de 1962: “Evidentemente, el aniversario del 26 de Julio en Cuba fue tan aburrido como el del Primero de Mayo”, dijo en analista. “El discurso de Castro no tuvo sorpresas”.
Ni el que debía ser el mejor servicio de inteligencia del mundo, ni el joven Presidente, tenían la menor idea de que Cuba estaba por convertirse en un tema de mucho mayor interés para el gobierno de Kennedy. En la Unión Soviética, las autoridades estaban cargando 85 barcos con bombarderos, misiles y ojivas nucleares, que convertirían de repente a una isla de gobierno comunista y abrumada económicamente, que hasta ese momento era sólo una piedra en el zapato para Estados Unidos, en una base de misiles nucleares capaces de arrasar cualquier ciudad estadounidense entre Dallas y Washington DC.
Antes de que finalmente la crisis cediera tres meses después —pacíficamente, aunque estuvo a punto de no ser así— el presidente nominal cubano, Osvaldo Dorticós, se llenó la boca para pronosticar que Cuba “se convertiría en el comienzo de una nueva guerra mundial”.
Pero no era machismo cubano. Durante la crisis, el premier soviético Nikita Khrushchev amenazó a Kennedy diciéndole que “todos nos volveremos a encontrar en el infierno”, al tiempo que Kennedy se lamentaba que “es una locura que dos hombres, sentados en extremos opuestos del planeta, puedan decidir el fin de la civilización”.
Cuando nos acercamos al aniversario 53 de la Crisis de los Misiles— que generalmente incluye los 13 días transcurridos entre el 16 de octubre de 1962, cuando Kennedy recibió las primeras pruebas fotográficas de la presencia de misiles, y el 28 de octubre, cuando llegó a un acuerdo con Khrushchev para retirarlos, numerosos nuevos documentos desclasificados de la CIA arrojan nueva luz sobre el verdadero peligro que acechó en esos días.
La CIA publicó el mes pasado 19,000 páginas de informes de inteligencia que entregaba al presidente cada mañana durante los gobiernos de Kennedy y Johnson. Los documentos cubren algunas de las peores crisis de la Guerra Fría, desde el enfrenamiento sobre el Muro de Berlín hasta la Guerra de Vietnam. Unas cien páginas están relacionadas con la Crisis de los Misiles.
Más información en El Nuevo Herald.