El corazón está preparado para separarse de los padres, nunca de un hijo. La señora Xiomara Peraza ni siquiera quiere imaginar qué pasará ahora que deberá enfrentarse a la ausencia perpetua de hijo, de “su sol” como llamaba a su unigénito, de 14 años de edad.
Angélica Romero Navas/ El Impulso
El adolescente estaba con su amigo de la infancia, quien le mostraba una escopeta de sus padres y por la inexperiencia, accidentalmente cargó el arma y la descargó en la región frontal del lado derecho de su amigo.
Ese mismo día en la mañana, los jóvenes estaban en clases de educación física en la Escuela Miguel Romero Antoni, donde estudiaron juntos desde preescolar. A las 11:00 el hijo de la señora Xiomara fue a casa de su abuela en Cerritos Blancos.
Se bañó, comió, jugó en la computadora con su primo y nuevamente se fue a la escuela, esta vez vestido con un pantalón de gabardina azul y la chemise del mismo color, pues cursaba tercer año de bachillerato.
Las clases culminaban a las 5:30 pero el viernes los estudiantes salieron una hora antes.
El adolescente se fue a la casa de su amigo en la carrera 20 de Pueblo Nuevo e invitaron a un tercer compañero, los tres de 14 años.
Estaban solos en la casa. El muchacho les dijo a sus invitados que fueran hasta la habitación principal, pensó que sería divertido mostrarles la escopeta de sus padres, herencia de su bisabuelo. Del escaparate sacó el arma de fuego, era una Sarasqueta fabricada en España, calibre 20, considerada fina y de alta calidad.
Los detalles de lo siguiente que ocurrió sólo lo conocen los menores. El que accionó el arma reconoció que disparó accidentalmente, el tercer niño también declaró que había sido su compañero. El niño que disparó quedó detenido por el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas.
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