Esa retórica bravucona no siempre produce los resultados esperados, por el contrario a menudo generan reacciones que las transforman en un boomerang. La experiencia internacional así lo indica. El régimen soviético se desmembró sin mayores resistencia, el muro cayo sin disparar un tiro, igual ocurrió con la mayoría de los gobiernos de Europa oriental.
En nuestro continente, el sandinismo que había derrotado a la dictadura sangrienta de la dinastía de los Somoza a través de un violento período de lucha armada, revestido de acciones espectaculares, con una épica, una inteligencia y un coraje ausentes en la cúpula que gobierna en nuestro país. Conformaron un ejército y asumieron el poder, luego fueron vencidos electoralmente por la señora Violeta Chamorro y tuvieron que entregar el mandato. El discurso de Maduro y los otros capitostes , pareciera inocuo frente a la virulencia verbal de Daniel Ortega y los otros Comandantes Nicas. En el segundo aniversario de la caída de Somoza escuché desde la tribuna, el famoso discurso de Ortega donde amenazó con las “turbas divinas”. Sin embargo, a los pocos años, frente a un significativo cambio en la correlación de fuerzas, la conformación de una mayoría distinta y la presión internacional se vio obligado a ceder el gobierno. Este y otros ejemplos desmontan el difundido cliché aupado por los “guerreros del teclado” que despreciando la disputa de poderes que significan los procesos electorales, afirman paladinamente que las elecciones no constituyen salidas.
En Venezuela el descontento frente a la agudización de la crisis económica y social, la inseguridad, la ineficacia e incompetencia gubernamental se ha conformado una nueva mayoría, colocando al gobierno a la defensiva, al borde de la desesperación, reacciona con actitudes provocadoras, desafiantes y amenazadoras pretendiendo atemorizar a los venezolanos intentando, si no evitar la derrota que pareciera inevitable, al menos disminuir la ventaja tanto en la votación nacional, como en el número de diputados a elegir para la Asamblea Nacional. Este segundo aspecto le preocupa sobremanera. Están conscientes que una victoria holgada por parte de las fuerzas democráticas implicaría el inicio un nuevo proceso de cambios y por supuesto, eso les produce inmenso temor.
Distante de nosotros el propósito de edulcorar el panorama, estamos conscientes de la existencia de un trayecto sumamente complejo, pleno de obstáculos y dificultades, estamos frente a un adversario tramposo e inescrupuloso, mas cuando una voluntad mayoritaria se constituye, solidifica y ensancha supera los escollos y triunfa.
La alternativa democrática ha respondido con entereza y aplomo, tal como corresponde a quien ha venido labrando laboriosamente, sin estridencia, pero constante una ruta que nos puede conducir a un triunfo trascendente. Estamos a pocos días de alcanzarlo, no podemos permitirnos el descuido, ni excedernos en la confianza, hay que consolidar los logros, no desmayar en el esfuerzo, mantener la firmeza y la serenidad en los días próximos. No podemos responder las fanfarronerías con bravatas. Pese a sus fallas, dificultades y limitaciones la conducción de las fuerzas opositoras ha enfrentado con inteligencia las provocaciones, los resultados son ampliamente ventajosos. Al aquilatar los errores y los aciertos, indubitablemente el tino inclina la balanza en favor de la alianza expresada en la Mesa de la Unidad. A partir de diciembre podremos afirmar de nuevo que “renace la esperanza” y manifestar a viva voz el orgullo de habitar en este suelo. ¡Que así sea!