Importante discusión ha merecido recientemente la caída de las Reservas Internacionales (RRII) de Venezuela, especialmente por el continuo descenso experimentado en los últimos siete años. Particularmente me he encargado desde hace tiempo en seguir la pista a este indicador al igual que a la emisión monetaria considerando que el análisis conjunto de estas variables permite entender mejor los hechos económicos en Venezuela.
Con frecuencia las crisis originadas por emisión monetaria generan una posterior pérdida en el poder adquisitivo del dinero manifestada en forma de inflación; la inflación también corroe la fortaleza externa de la moneda, al expandir la cantidad de pasivos monetarios (Billetes, Monedas, Bonos, Títulos) y mantenerse igual o disminuir la cantidad de activos (Reservas, Oro, Divisas, Otros) que soportan dicha emisión se rompe la relación de cambio ocasionado una perdida en el poder de compra externo de la moneda.
La base de estos problemas está en la indisciplina fiscal y el excesivo gasto del Estado, comportamiento que encuentra en la emisión monetaria una vía excepcional de financiamiento con menores costes políticos que incrementar de impuesto o la reducir el gasto. Un Estado que se financie emitiendo dinero de la nada crea inflación que afecta la fortaleza interna y externa de la moneda, si esto sucede en combinación a una reducción de los activos de reserva o caída en el Producto Interno Bruto (PIB) encontraremos que no solo se están generando más pasivos contra igual o menor número de activos de reservas, sino que los activos de reserva no se ven incrementados por un flujo positivo de ingresos, lo que sucede es todo lo contrario, actúan como mecanismo de financiación para el mantenimiento de una política insostenible y altamente perjudicial.
Las crisis económicas en Venezuela han estado con alta frecuencia acompañadas de crisis en los sistemas cambiarios, colapso en las reservas internacionales, perdidas aceleradas del poder adquisitivo del dinero y desajustes en las relaciones de cambio entre el bolívar y las demás divisas -no exactamente en el mismo orden descrito-.
Un Estado altamente sobredimensionado en funciones y competencias o muy interesado en serlo es quizás una de las raíces del problema, podemos sumar a ello la creciente voluntad de gastar mucho más para crecer más -error altamente repetido en los diferentes países y en las diferentes épocas-, políticas económicas encaminadas a la administración centralizada, impedimento del libre desempeño de la acción humana de insuperables e inigualables características.
Aquel Estado que se ocupa de funciones ajenas a las competencias esenciales tendrá mayores cargos de gastos, con alta posibilidad en convertirse en rigideces políticas; es decir, aquello que de abandonarlo conllevaría a pérdida de popularidad, popularidad que es preferible en todo caso a sanidad económica.
Un Estado que gasta más no crece más, no solo porque las políticas excesivas de gasto comprometen las decisiones de los demás agentes en la economía, además tiene muy pocas posibilidades de mejorar los niveles de empleo y afectar positivamente el desempeño del PIB, estas medidas generan consecuencias finales en aceleración de los niveles de precios.
A mayor control en la economía, mayor sera descontrol del funcionamiento de la misma, las crisis en el sistema cambiario han estado precedidas por altos controles o notables rigideces que comprometen el sostenimiento.
El secreto no son los precios, sino la administración prudente y disciplinada de la economía a pesar de altos o bajos precios del petróleo. Así pues, precios altos han impulsado gigantes políticas de gastos e ilusiones económicas insostenibles, ante caída en los ingresos los gobiernos procuran mantener el ritmo de gasto con emisión monetaria, endeudamiento, controles complicando aún más el escenario.
Cuando la crisis comienza a ponerse en evidencia los agentes corren a desprenderse de una moneda que está a punto de estallar, huyen alentados también por las distorsiones de los mismos controles y aparecen las fugas de capitales, que en primera instancia suceden por incertidumbre política y económica, también porque se utiliza a las reservas internacionales como combustible para el sostenimiento del esquema cambiario, lo que con alta frecuencia termina comprometiendo su estabilidad y al resto de la economía.
Mermada la fuente de ingresos se procura mantener el ritmo de gasto con inyección monetaria y se incrementan las rigideces en los controles, tratando de mantenerlos al máximo a costa de las RRII y limitando el acceso a las divisas. Este comportamiento trae consigo alta inflación y un deterioro acelerado de la fortaleza externa de la moneda.
El colapso económico llega una vez que la insostenibilidad del modelo cambiario compromete al máximo las RRII y la fuente de recursos se ve agotada. En cualquier situación anterior y actuando con responsabilidad absoluta los gobernantes y autoridades del BCV acudían a realizar correcciones que permitieran romper con el proceso de deterioro en la economía, aunque el escenario se volviera a repetir años mas tardes. En la actualidad tal decencia es difícil de esperar luego que el comportamiento del BCV sea altamente cuestionable y la preocupación del gobierno por la economía deje mucho que decir.
Venezuela ya ha pasado por episodios como los actuales, solo que con menor prolongación, se han vivido controles de cambios y de precios, así como colapsos en las RRII, la diferencia es que quizás aquellos personajes conservaban al menos un pequeño respeto y preocupación por la economía.
El Control de Cambio y de Precios que tiene 12 años en vigencia pudo ser sostenible cuando el flujo de ingresos era altamente positivo y se podía tapar la indisciplina fiscal, el Control de Cambios es absolutamente un control político, con un país rumbo al tercer año en recesión, una economía sumergida en la hiperinflación, solo puede mantenerse en pie para beneficio del gobierno y a costa de las Reservas Internacionales.
En la gráfica detallada a continuación se puede observar el desempeño de las RRII desde 1940 -creación del BCV- hasta la actualidad, se observa una caída casi libre desde su nivel histórico más alto (2008) 43.127 Millones de $ hasta 14.484 Millones de $, dato más actual de 2015. Cifra que es similar a los niveles de 2002 y 1998.
Al III Trimestre de 2014, el último informe de la posición de activos y pasivos del BCV detallaba un total de U$D 21.478 Millones en RRII; de los cuales U$D 14.940 Millones eran Oro Monetario, U$D 2.078 Millones Divisas, U$D 3.349 Millones Derechos Especiales de Giro, U$D 502 Millones Otros Activos, U$D 496 Millones Reservas en Fondo Monetario Internacional.
En el 2015 no hay detalle específico del manejo de las RRII, se realizó un swap del Oro Monetario con poco detalle sobre el monto y condiciones, se retiraron las reservas en el FMI. Lo único que se sabe es que a Noviembre de 2015 las RRII son 14.484 cifra apenas cercana a la posición completa en oro monetario del III Trimestre de 2014. Tal como ya ha sucedido antes la crisis en las RRII alerta de un colapso en el modelo económico imperante, ¿hasta qué punto podrán las RRII actuar como combustible para mantener a flote este barco? Quizás estemos pronto a saberlo.
Director Ejecutivo – Instituto Ludwig von Mises Venezuela.
Director – Liberty & Capital – FreeMarket Consulting.
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