Alfredo Coronil Hartman: Francia está en guerra

Alfredo Coronil Hartman: Francia está en guerra

Pero Francia no es un país aislado. Francia es el corazón histórico de la Europa moderna. Las palabras bélicas de Hollande involucran a todos los europeos. Los gobiernos deberán revisar sus posiciones frente a la declaración de guerra hecha sin rodeos por el presidente francés. Más todavía, la que ya estamos viviendo, será una guerra asumida por todo el Occidente político y sus aliados del mundo islámico”

FERNANDO MIRES.

por: ALFREDO CORONIL HARTMANN

S.S. Francisco I, al referirse a los incalificables hechos terroristas de París, desempolvo un calificativo muy antiguo, cuando reitero que Francia era “la hija primogénita de la Iglesia”, de la misma estirpe es la expresión: “gesta Dei per francos” sobre la que ironizaba el gran escritor y gran anglófilo Jorge Luis Borges, diciendo que no lograba entenderla. Sin ironía alguna, no es fácil entender la mágica y única aura que rodea aquella tierra –la más fértil del mundo- que, poblada de todo un muestrario de pueblos germanos, fue la provincia más romanizada de todo el imperio, algunos se han aventurado a explicarla por la mezcla lograda de la raza alemana con la cultura latina plenamente asumida. Sea como fuere, lo cierto es que Francia se constituyó para Europa y América en una fuente de cultura, de sensibilidad, de estilo, similar al lugar que había ocupado Grecia para los pueblos de la antigüedad.

Creo que los señores del Estado Islámico cometieron un grave error al escoger, precisamente por esas causas, al “hexágono” como blanco de sus primeros ataques bélicos, los franceses tienen un justificado orgullo nacional y tienen implacable memoria, lo sé por mi familia, porque no he dejado de estudiar su historia desde mi infancia, porque he vivido y estudiado en ella. Mi tío tatarabuelo, Federico Hartmann, fue de los Diputados a la Asamblea Nacional, que firmaron “El Juramento Inviolable”, dejando constancia de que la Alsacia y la Lorena jamás dejarían de ser francesas, mi bisabuelo Jorge Hartmann d´Hauterive, llegó a Venezuela con un documento de viaje que, en el renglón referente a nacionalidad, reza, textualmente: “Alemán nacido en Metz”. Cuando estalló la Gran Guerra, en 1914, estaba viejo, pero embarcó a su hijo primogénito Jorge Hartmann Tosta, en el primer barco disponible para que fuese a combatir por Francia, fue herido en el frente y estuvo preso de los prusianos. No olvidemos tampoco que las estatuas que representan a las dos provincias, permanecieron tapadas con paños negros, desde la anexión a raíz de la guerra franco-prusiana de 1870 hasta su recuperación en 1918. Los franceses serán duros en sus respuestas, aunque François Hollande sea un hombre de cabildeos y florituras. Los fanáticos religiosos que están llevando al Islam a una hecatombe, van a tener tiempo de arrepentirse…

Por otra parte, desde el ángulo político y electoral, no les queda otra opción, temo en verdad por el rédito que dará al Frente Nacional de los Srs.Le Pen la sangrienta ofensiva, aunque me inclino a pensar que el centro de Sarcozy será en definitiva el beneficiado.

El gobierno del PSF sabe que los ciudadanos franceses no se van a sentir satisfechos con unos bombardeos a distancia, sabe que no puede cargar con el estigma de una actitud blandengue frente a la ferocidad de los fanáticos.

En un estupendo artículo sobre este tema, el ex-presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, termina su texto afirmando:

Toda la emoción de París, si para algo debe servir es justamente para entender que somos más los que estamos de este lado, y que si creemos en las libertades y en la razón, en que al “César lo que es del César y a Dios lo que es Dios”, debemos usarlas para defenderlas como fue siempre, con la pluma y -desgraciadamente- también la espada.

Yo acompaño a Sanguinetti de corazón y a Fernando Mires, quienes han expresado inmejorablemente, la angustia que nos devora a todos, incapaces de auspiciar ningún holocausto, pero invocando los manes de Carlos Martel, de alguien que rompa de un martillazo la avanzada del oscurantismo y salve la civilización occidental, como la salvaron los franceses en Poitiers en el 732.

Así sea…

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