“No nos dejen solos”, rogó Ernesto Villegas en la tarima, y Maduro, otra vez, bailó tambor

“No nos dejen solos”, rogó Ernesto Villegas en la tarima, y Maduro, otra vez, bailó tambor

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Con chistes malos,  propuestas absurdas  y exceso de optimismo, el oficialismo cerró con un acto  repetitivo  que hizo a las masas cautivas huir del lugar en peno discurso presidencial





Por Elizabeth Fuentes @fuenteseliz | Konzapata

El cierre de campaña del oficialismo no fue más de lo mismo, sino mucho más. Me explico: si bien acudieron los autobuses de siempre que ocuparon todas las avenidas aledañas y los empleados públicos fueron amenazados como de costumbre y el Presidente llegó tarde, como siempre, hubo algunas excepciones.

Ernesto Villegas, por ejemplo. Un candidato que no se caracteriza precisamente por su carisma o su simpatía, trató de lucirse en exceso en el escenario con chistes de doble sentido y una propuesta electorera más difícil de creer que su presunta popularidad en los barrios caraqueños.

-En la avenida Bolívar les estamos mostrando la puntica. Esta es la puntica de lo que viene.

Clara alusión a un chiste de doble sentido, de mal gusto e inútil a estas alturas de las encuestas, haciendo creer que detrás de la puntica viene un grandote caudal de votos. Pero segundos después, la emoción de ver a tanta gente a su alrededor -cosa que no vive con frecuencia en sus actividades como candidato-, lo empujó a ofrecer otro imposible, otro más:

-Si hay una señora con unos carajitos y no puede votar, nosotros le cuidamos a los carajitos ese día.

Quizás porque ya no puede ofrecer ni siquiera bolsas de comida o neveras a cambio de votos, como en las elecciones pasadas, Villegas se quiso lucir con esa propuesta, pero lo que logró demostrar fue su ignorancia supina no solo en el asunto ese tan novedoso de cambiar votos por baby sitting, sino porque cualquiera medianamente informado debería saber que la mayoría de los hogares humildes en Venezuela está conformado por una madre sola con sus hijos -hogares matriarcales se llaman, candidato-, y que cuidar esos miles de niños ajenos no es un deporte ni un cambalache por votos, sino una actividad delicada y riesgosa. Y más si, como está previsto, las colas para votar serán enormes, lo que implicaría que el chavista designado para cuidar niños ajenos (¿o será Ernesto Villegas en persona quien lo hará? ), deberá quedarse inactivo hasta que las miles de madres retornen con su dedo manchado de tinta y se tengan que calar el llanto y la angustia de los muchachitos, que se tuvieron que quedar horas con ese señor tan raro.

También dijo que estaba contento por la llegada de periodistas de todo el mundo para cubrir las elecciones – se le olvidó mencionar que a muchos, como a Patricia Janiot de CNN, les retuvieron los equipos en Maiquetía-, para finalmente evidenciar lo que cualquier terapeuta reconocería como una traición de su inconsciente: el candidato le gritó a los 48 mil consejos comunales que según VTV estaban en la concentración: “No nos dejen solos, vamos todos a la asamblea a legislar”, como si en el fondo de su alma supiera que el pueblo los va a dejar solos esta vez.

45Mas adelante, le tocó el microfono a Elías Jaua. Y en otra de sus boutades, el también candidato se dirigió a Luis Almagro, Secretario Genera de la OEA, con una consigna incomprensible. “Señor Almagro, quería verlo, véale la cara, aquí está el pueblo de Chávez y de Bolívar”, dijo, cuando si alguien quería venir y verlo a la cara era precisamente Almagro, pero el miedo del Gobierno a que la OEA viera en vivo y directo los abusos y ventajismo del chavismo, hizo que anularan la invitación al máximo representante del organismo.

En cuanto al presidente Nicolás Maduro, hizo lo mismo de siempre. Bailó tambor en la tarima y salsa con Cilia (alguien les debe haber asegurado que eso les funciona en las desnutridas encuestas) pero desistió de hacer cadena durante el acto casi como una concesión, una gracia, una amabilidad de su parte. Eso sí, comenzó a hablar a las 4 y 30 aproximadamente y quince minutos después, los militares que estaban en la tarima comenzaron a irse y algunos asistentes al acto comenzaron a bailar tambor mientras otros aprovecharon para iniciar el camino de regreso a su casa, no vaya a ser que los agarre la noche en la calle y la delincuencia haga de la suyas.

“Si secuestraron al Jefe de Seguridad del Vicepresidente Jorge Arreaza, qué quedará para nosotros”, pensó más de uno y se largó.