Se inicia en el país una etapa luminosa de cambio, sembrada de dificultades, pero con la certeza de que recobraremos con vigor los usos democráticos, que el país dejará de pertenecerle a los gritones y mandones, que Estado y Gobierno no se confundirán, que volveremos al crecimiento económico y al respeto hacia la actividad empresarial. Todo ello tomará tiempo pero contamos con la paciencia que nos enseñaron 16 años de espera y esperanza en que vimos a nuestro país tirarse al fondo del inodoro. Pero supimos aguardar porque las horas históricas no se calibran con los cronómetros de la impaciencia. La lección del domingo da para mucho especialmente para la reivindicación del método democrático formal.
Este momento de transformación es imparable. Nada nos detendrá en la reafirmación de fe en el porvenir. Ya veremos a los venezolanos que tuvieron que irse regresar a su tierra, a los empresarios invirtiendo en el futuro. Venezuela se convertirá en un foco de atención e inversión económica mundial. Contaremos con la dicha de volver a tener una nación que nos identifique a todos, sin colores ni adjetivos. Uno de los aprendizajes es que el triunfo hay que administrarlo con honor, grandeza y sentido de la inclusión. Que no nos comportaremos como quienes criticamos. Que nos sentimos orgullosos de la vocación creadora de nuestro país. Que no seremos lo que fuimos sino mucho mejores porque contamos con los manuales de la historia. El 7 de diciembre nos levantamos con optimismo y renovación. Como si hubiésemos rejuvenecido dieciséis años.
@kkrispin