Sin ánimo de asumir posturas proféticas, nos referimos al triunfo que presagiábamos y que finalmente se concretó. Pero, con todo y su contundencia, debemos recordar que esta victoria del 6D se labró con el esfuerzo de hombres y mujeres que dejaron a un lado intereses y mezquindades para unirse a las fuerzas del cambio trabajando como Voluntarios.
Ciento cincuenta mil héroes anónimos se sumaron haciendo un aporte fundamental y con quienes estaremos siempre agradecidos, pues su contribución fue determinante para la consecución de los 640.335 votos que obtuvieron las fuerzas de la Unidad en Carabobo.
Ellos llevaron el mensaje a comunidades donde nunca la unidad había alcanzado números favorables como Central Tacarigua, Negro Primero y a todas nuestras zonas rurales en donde el eco del mensaje de la esperanza le es más difícil llegar.
En Libertador se conquistaron sectores tradicionalmente oficialistas. Lo mismo ocurrió en el municipio Miranda, en donde desde hacía 16 años no ganaba una opción distinta a la del oficialismo.
En Naguanagua y todo el circuito 3 se superaron las expectativas y Ángel Álvarez fue catapultado al parlamento nacional con 187.315 votos, lo que representa el 80% de los votos.
En honor a esos carabobeños que demostraron su compromiso con el cambio, los diputados que desde el cinco de enero serán mayoría calificada en la AN, tienen que priorizar los temas de la agenda social.
No pueden defraudar a quienes los apoyaron convencidos de la necesidad de luchar por la reactivación de la producción nacional, por las mejoras salariales y por la optimización del programa de pensiones para los adultos mayores.
La labor del Comando de Voluntarios no culminó. Ahora dirigirá su atención a los proyectos de ley que introduzcan los nuevos asambleístas en aras del bienestar nacional.
Quienes respaldaron el mensaje de esperanza y reconciliación, esperan soluciones.
¡En Carabobo y Naguanagua la esperanza se siente!