Un buen día tu mismo puedes levantar la cabeza de tu computadora, mirar a tu alrededor, dejar atrás ese miedo a lo desconocido, y tener la visión de proyectar un buen negocio. De esta forma, cuando las ansias de ser tu propio jefe superen el temor de dejar atrás la seguridad de los ingresos fijos, estás preparado para ser un emprendedor.
No lo olvides: no hay “Escuelas de Millonarios“, la única forma de iniciarte por ese “camino” es transformar el pensamiento del temor a lo desconocido y abrazar con fe un destino mejor. No me refiero a la fe religiosa que también acompaña a muchas personas, sino aquella que resulta de tener la certeza que las cosas van a salir bien y que, aunque existirán obstáculos, vas a rediseñar tu estrategia en base a los acontecimientos para lograr el objetivo, sin rendirte.
Tuve el placer de conocer a Andrés, un Alto Ejecutivo de una Corporación Transnacional, cuyo empleo tenía grandes beneficios, debía viajar a lugares exóticos por todo el mundo coordinando los proyectos de la empresa, y viajaba en asientos de primera clase, hospedándose en hoteles 5 Estrellas, pero Andrés, soñaba con disfrutar de lo mismo como el dueño de su propio negocio. Para asombro de sus familiares y amigos, un día, renunció a su empleo e inició su camino a los Grandes Negocios, en mayúscula, invirtiendo en una franquicia, con lo cual minimizó los riesgos comerciales de un emprendimiento. No todo fue fácil, pero con disciplina y haciendo gala de su entrenamiento gerencial, pudo vencer los obstáculos comerciales y más de una década más tarde, Andrés es un exitoso dueño de una cadena de franquicias.
La historia de Andrés puede ser la tuya, tu emprendimiento, con el que has soñado gran parte de tu vida, está esperando a que pases del temor a la confianza en tus capacidades. Si quieres jugar en la grandes ligas entonces apuesta fuerte, y lo mejor es apostar a tus propias capacidades.
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