Una noche el rey Nabucodonosor soñó con la estatua de un gigante cuya cabeza era de oro puro, el pecho y los brazos de plata, los muslos de cobre, las piernas de hierro, pero los pies eran de hierro y barro, haciéndolo fuerte pero también frágil.En su sueño Nabucodonosor contemplaba al gigante cuando una pequeña piedra que venía rodando logolpea en los pies derrumbándolo.Todos los metales con que estaba hecha la estatua se hicieron polvo. En los últimos días muchos contemplan maravillados al gigante de la victoria que el pasado 6D se logró construir y no han faltado quienes quieren convertirse en la cabeza de oro.
Por Isidro Alonso
Lograr la unión de las dos corrientes predominantes en la Mesa de Unidad no ha sido fácil, tan diferentes en su visión y forma de hacer oposición al régimen de Nicolás Maduro. Una corriente como el hierro, combativa y al lado de los jóvenes que decidieron reclamar con su derecho a la protesta un mejor país. Tan incómoda al gobierno que hoy sus líderes no se encuentran entre los nuevos diputados de la Asamblea Nacional por estar exiliados, inhabilitados o presos. La otra corriente, la del diálogo, la que apuesta al desgaste del gobierno, la que como el barro es capaz de aguantar en silencio a la espera del tiempo de Dios que siempre es perfecto.
Dos visiones diferentes que unidas al igual que el hierro y el barro se hacen fuertes pero también frágiles. La fortaleza que nos da la unidad y la convicción de un pueblo que ha decidido ser libre no puede verse amenazada por pequeñas piedras que ponen a rodar las expresiones prepotentes de quienes no sabiendo administrar la victoria se empeñan en adueñarse de un triunfo que es de todos.Es de necios salir en estos momentos a querer imponer una mayoría partidista, cuando una de las razones de ir con la tarjeta de la unidad era evitar ese tipo de confrontaciones entre colores y parcelas. La tarjeta de la unidad fue el canal que usaron los venezolanos para rechazar las políticas del régimen, muchos no sabían a qué partido pertenecían algunos candidatos, eso no importaba, lo importante era el país.
Venezuela está cansada de la política de descalificación, de la codicia, el bravuconeo y el oportunismo. El país pide actuar con sentido de grandeza, humildad y prudencia. Hay que dejar a un lado el egoísmo que tanto mal nos ha hecho estos años. Ningún partido político dentro de la unidad se puede sentir más grande que los demás ya que ninguno lo es.
Los jefes políticos de la MUD deben entender que hay un pueblo que se mantiene vigilante y que si se siente defraudado puede poner a rodar una piedra que convertiría en polvo cualquier ambición personalista que ponga en peligro la recuperación de la democracia en nuestra país.
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