El cine colombiano ha vivido históricamente en la oscuridad con pequeñas luces como “La estrategia del caracol” o “Soñar no cuesta nada”, una realidad que ha ido cambiando progresivamente hasta ver este año su culmen con la nominación a los Óscar de “El abrazo de la serpiente”.
El crecimiento exponencial ha llevado a que 36 cintas colombianas se estrenen este año, un éxito que en buena medida se debe a la renovación de la temática y el lenguaje cinematográfico en el séptimo arte del país, pero también a los apoyos y estímulos gubernamentales.
La superación del lenguaje y los temas que hasta ahora marcaban el cine colombiano tiene mucho que ver con los nuevos nombres que emergen como Ciro Guerra, director de “El abrazo de la serpiente”, o César Acevedo, autor de “La tierra y la sombra”.
Acevedo consiguió la “Cámara de Oro” en el Festival de Cannes con una apuesta que ejemplifica el nuevo cine, un lenguaje innovador y más cercano al cine francés que además aborda un tema como el de las penurias en las zonas rurales de Colombia que escasamente habían aparecido en las pantallas del país.
Un paso aún más allá dio Guerra, con una cinta rodada casi íntegramente en blanco y negro que además fue grabada en lenguas indígenas.
En su filme también da espacio a una visión novedosa, como él mismo reconoció ayer tras recibir la nominación al Óscar a la mejor película en lengua no inglesa, ya que son los pueblos indígenas los que muestran desde su perspectiva la selva amazónica.
Pese a ocupar alrededor del 40 % del territorio colombiano, el bosque tropical es un gran desconocido para los ciudadanos del país, por eso Guerra afirmó que la nominación es una oportunidad para que lo “valoren y aprecien”, así como a los pueblos que lo habitan.
A pesar del éxito, el camino para llegar hasta los Óscar ha sido “muy largo”, ya que durante mucho tiempo pensaron que “no era posible de hacer”, aseguró Guerra.
Con todas esas dificultades presentes, el cine colombiano ha mejorado mucho su condición gracias a las diferentes leyes de estímulo.
El cambio más notable es la creación del Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC), un instrumento de financiación que se nutre del dinero procedente de la contribución parafiscal creada por la ley 814 de 2003 para lograr que los recursos generados por el cine vuelvan al mismo sector.
En octubre, el FDC anunció la entrega de 9.739 millones de pesos colombianos (unos 2,9 millones de dólares) a 42 proyectos que ganaron las convocatorias de Ficción, Formación y Estímulo Integral.
La cuantía supuso 1.410 millones de pesos (unos 422.000 dólares) más de lo presupuestado inicialmente.
En este sentido, la ministra de Cultura, Mariana Garcés, señaló que es importante que los estímulos entregados a través del FDC tengan una visibilidad como la nominación de “El abrazo de la serpiente”.
Por ello, se crearon “leyes que estimulan el sector y permiten a una generación nueva” de cineastas trabajar, sostuvo la ministra.
Otro de los organismos que han permitido ese cambio es Proimágenes, una entidad que busca promover la producción audiovisual internacional a través de la Comisión Fílmica Colombiana.
Sin embargo, el gran lunar en la industria sigue siendo el acceso de la audiencia a sus películas, ya que los colombianos mantienen una cierta distancia con respecto a su cine.
Tal y como explicó la productora de “El abrazo de la serpiente”, Cristina Gallego, esta cinta se estrenó en 26 salas, mientras que la última edición de la saga “Rápidos y Furiosos” (Fast & Furious 7) lo hizo en 730 salas.
“Teníamos que rendir igual que ellos. Hay que poner esas cosas, ese es el siguiente paso”, subrayó.
A eso se refirió también Garcés, quien dijo que al cine colombiano “le falta una política de distribución más certera, creer más en nosotros mismos por parte del mercado comercial”.
No obstante, han mirado modelos como “la cuota de pantalla obligatoria” pero negó que funcionen.
Mientras las buenas noticias sobre audiencia esperan, el cine colombiano se renueva, crece y ocupa su espacio en los Óscar, el olimpo del séptimo arte. EFE