Conspiraciones interestelares, efectos inducidos, estrategias de desestabilización y otros inventos de la fantasía de quienes se han deslindado de la realidad. Partiendo de esto, cualquier medida que se tome será una medida demencial. Si además, consideramos que quien pide más poderes es el máximo exponente de la demencia económica, la cosa se agrava hasta el máximo extremo.
La anti-economía o demencia económica, es un trastorno político que aqueja a Venezuela desde hace años. Es un trastorno hecho en revolución. Recetas para la destrucción de la industria, el comercio y la actividad económica general. Controles para asfixiar la capacidad de generar riqueza y bienestar. La aniquilación progresiva y sistemática del bien común.
El Decreto de Emergencia Económica es la coronación de la irracionalidad. Es la antieconomía publicada en Gaceta Oficial. Necesitamos psiquiatras económicos para psicoanalizarlo. No basta con economistas. El trastorno es público y se desborda hacia nosotros. En vez de un gabinete económico, parece haber una pandilla de pacientes escapados del psiquiátrico que de salida se robaron a las batas y carnets de los médicos tratantes.
Este Decreto de Emergencia Económica quedará para la historia como el Manifiesto de Demencia Económica.