Si Nicolás Maduro fuera un hombre medianamente inteligente, o aunque sin serlo tuviera una mínima dosis de amor por Venezuela, hace rato habría renunciado a la posición que las circunstancias colocaron en sus manos. Es impresionante como ha desperdiciado las enormes oportunidades que ha tenido para demostrar lo que vale y para qué sirve. En la coyuntura actual creo que ya no es útil para nada y para nadie. Todo lo contrario. Acelera en la dirección equivocada. Provoca enfrentamientos innecesarios y profundiza los conflictos a su alrededor. La paciencia de todos está agotada. La necesidad de cambio es un anhelo nacional inaplazable. Con los esquemas actuales no hay solución posible. De allí la urgencia en concretarlo con el menor trauma posible para la nación, pero también en el menor tiempo que se pueda.
Lo de radical tiene su explicación. Ser radical es ir a la raíz de los problemas sin agotarnos exclusivamente en las consecuencias de los mismos. Claro que deben ser atendidas de inmediato, pero se hace indispensable ir directo a las causas. Son conocidas por todos, pero ignoradas por muchos consciente o inconscientemente. Los problemas del país está sobre diagnosticados. También existen múltiples soluciones y gente competente para resolverlos. Pero, por supuesto, si la gente necesaria se sigue buscando donde mismo, los resultados serán iguales o peores a lo que tenemos. Allí no están. La mirada escrutadora debe centrarse en eso que llamamos la sociedad civil. Es decir, en los sectores económicos y sociales, en las universidades y academias, en los gremios profesionales, en las iglesias y, en fin, entre los ciudadanos de a pie hombres y mujeres de trabajo que dominan su área y están dispuestos a darlo todo por una causa justa y necesaria. Lo que no es posible sería continuar con el espectáculo de ver ministros enfrentados existencialmente a los sectores que deberían representar.
Se necesita un gran entendimiento nacional, tanto para la sustitución del régimen como para la reconstrucción institucional y ética de la República. La Constitución señala caminos y alternativas posibles. Lo que no debe ni puede continuar es la situación actual. Se agrava el enfrentamiento entre la Asamblea Nacional recién instalada y las demás ramas del poder público, anarquizadas, sin rumbo positivo y al margen del Estado de Derecho que señala las atribuciones y alcances de cada una de esas ramas.
“Sostener y defender, cumplir y hacer cumplir, la Constitución y Leyes de la República”. Así juran todos los integrantes de los poderes públicos. La mención se dirige en esta hora, especialmente, a los miembros de la fuerza armada nacional.
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz