Armando Martini Pietri: Maduro al borde del tiempo

Armando Martini Pietri: Maduro al borde del tiempo

ThumbnailArmandoMartiniPietriAgo2015Todo indica que el tiempo de Maduro se agota, llegó al llegadero. El presidente pudo, pero no quiso o no supo frenar el que será un desenlace inevitable. Su salida del poder. En su falta de talento político, creyó que podía transformar el grave traspié chavista con la pérdida de la mayoría oficialista en el parlamento, para embrollar y mezclar a esa misma oposición triunfante, que llevaba años preparándose -dirigida por veteranos de muchas batallas y nuevos líderes de especial talento-, e intentar asignar y atribuirle gran parte del costo político de la profunda crisis en la que está sumergido el país, con el Decreto de Emergencia.

La unidad sin embargo no pisó el transparente peine; rechazó el clarísimo intento de la habilitante encubierta, y dejó desnudo al Gobierno forzándolo a amenazar con hipotéticas acciones legales, que deteriorarían aun más la institucionalidad, aspavientos tan etéreos como la preparación política del Presidente, quien, puesto al descubierto, se fue a Quito, a la reunión de la Celac, sin dinero en las alforjas y haciendo retórica con la solidaridad latinoamericana, pero sincerándose muy a su pesar pues no le quedó alternativa, con la economía hecha pedazos, deteriorada al extremo de considerar la emergencia- que solicitar ayuda para intentar solventar –más bien paliar- una crisis que ya es calificada de humanitaria. Es decir, hambre generalizada, enfermos sin medicinas, médicos sin equipos y gobierno sin planes coherentes. Triste espectáculo dimos por allá en Ecuador cuando pasamos de millonarios a mendigos pidiendo limosna a quienes en el pasado mitigamos el apetito y antes alimentábamos a sus exiliados.

La sociedad militar del estado Nueva Esparta, interpretando en su propio lenguaje la indignación generalizada de un país por los soeces y alarmantes actos funerarios del pran conocido como “el conejo” se expresó clara, diáfana y contundente contra una demostración que enfurece, causa bochorno, asombro e impotencia pues contradice las buenas costumbres ciudadanas que ha tenido y tiene la comunidad venezolana, aunque la mente militar que negó responsabilidad no explicó –alarmó, más bien- cómo ingresan armas de guerra a los penales a través de la vigilancia externa de los mismos militares. El atrevimiento de insinuar la dimisión de la ministra de cárceles le costará al vicealmirante su estadía en la isla, a juzgar por las insólitas alabanzas del Presidente Maduro a la controversial Ministra patibularia. Evento el margariteño que ha sido otra clara demostración de que el Gobierno ni siquiera percibe la grave crisis social del país.





Pero el riesgo más inminente es el precipicio económico. Las cifras económicas –las que se conocen, que no son todas mientras el presidente del Banco Central de Venezuela tiene preocupaciones de diferente y vergonzoso tenor- y sus consecuencias sociales son aterradoras, la economía está a punto de una hecatómbica implosión, se comenta sin rubor la altísima y financieramente letal posibilidad de cesación de pagos, el país va directo a un abismo infernal que hasta los menos instruidos y preparados perciben con angustiante claridad, los venezolanos de todos los niveles socioeconómicos, militares incluidos, se desesperan por la escasez y desabastecimiento en medicinas y alimentos que todos los días es peor, la anarquía gana terreno y se adueña de la nación, la delincuencia se impone claramente sobre la decencia y la corrupción sobrepasó arrasadoramente a la honestidad.

El presidente y su equipo decidieron continuar obstinadamente aferrados a un dogmatismo ciego, sordo e incapaz con lo cual están prisioneros e impedidos de virar hacia el pragmatismo político. Maduro dirigió la ahogadora inmersión del chavismo en las falsas creencias del nebuloso legado del comandante eterno quien, cuando le tocaron problemas que él mismo generó, y tuvo que cambiar de rumbo o retroceder estratégicamente, lo hizo sin cargos de conciencia, y no una ni dos contramarchas, fueron muchas las veces que realizó “movimientos necesarios”.

Normalmente esos cambios no arreglaban nada porque no eran canjes reales sino transitar de un error ya padecido a otro desconocido y por ello esperanzador en la polícroma fraseología del militar Presidente, con lo cual algún respiro ganaba hasta un nuevo fracaso y una nueva banderita populista. Maduro y el chavismo, para completar sus desconcertantes errores, se dejan guiar por mas o menos jóvenes españoles que ganan contratos en euros por refrescar y recomendar graves equivocaciones fracasadas en el resto del mundo –incluso en España crecen la desazón y la alarma por la actividad y populismo de estos jóvenes de cabellos largos, barbas ralas y aparente escaso baño que buscan el poder a través de la rimbombancia retórica de la falsa economía comunista.

Con Nicolás Maduro el país que ya venía en caída libre sin las originalidades de Chávez y cada día con menos dólares, se precipita al desastre. Al heredero le ha faltado tino político, ha carecido de madurez, no ha tenido sagacidad, no ha sido audaz, no tiene el sentido de la oportunidad y, en cambio, ha desarrollado lo que es muy grave en un político y por ello ha perdido muchas ocasiones de rectificar y corregir, una ceguera empecinada. Desde que Chávez murió, el ejercicio de sucesor practicado por Maduro ha sido un diario dañar a su partido y al propio gobierno pero, mucho más importante, a la nación, al país, a los venezolanos. Tragedia agravada por su insalvable incapacidad para decidir, para tomar decisiones. Lo ha demostrado hasta la saciedad, lo cual lleva a sus colaboradores –algunos de los cuales son seres pensantes- a la desesperación. Maduro no conoce, o no se atreve a aplicar, el viejo y sabio refrán: “la peor decisión es la que no se toma”. Peor es que, cuando finalmente decide, se equivoca y se hunde aún más con el PSUV a cuestas.

Todo ello dentro de un grave problema social venezolano, la pérdida de principios, valores éticos y morales mas la ausencia de buenas costumbres ciudadanas, agravado por la doble moral y el doble discurso de alguna parte de la dirigencia venezolana en casi todos sus ámbitos, desnudez ética que ha deteriorado el ambiente en tal magnitud y profundidad que hace necesario considerar y explorar en lo político con mucha seriedad y más responsabilidad, estudiar con franqueza, reflexionar a fondo, con prudencia y cuidado, la mejor y conveniente salida para el gobierno de Maduro.

El chavismo no ha desaparecido, tengamos eso claro. Chávez se equivocó y seleccionó un heredero que no da la talla, que no ha sabido manejar barreras ni oportunidades, que se hunde por sí mismo y está arrastrando en su desplomarse a un movimiento que se quedó sin líder al cual seguir con entusiasmo y fe. Pero no hay que engañarse, el chavismo continúa allí, el PSUV sigue siendo el mayor partido político del país, es necesario reconocer que a pesar de la aplastante derrota parlamentaria el chavismo permanece siendo una fuerza popular de gran importancia que no hay que subestimar y por el contrario hay que tomar en consideración. Es posible –de hecho inaplazable- gobernar contra las teorías chavistas, pero no contra el chavismo.

Hoy en día esa gran fuerza también es corresponsable del peligroso y obvio fracaso de dos gobiernos y presidentes sucesivos. El chavismo, el PSUV en particular, debe analizarse a sí mismo en profundidad, necesita reajustar conceptos, objetivos y a su alta dirigencia, principal responsable del desastre. El chavismo profundo debe pedir cuentas a sus líderes que permitieron el descenso a este pantano en el cual patalea, debe examinarse internamente con sinceridad, con crudeza, y en base a ese análisis renovarse, empezando por los dirigentes que siguen desbarrando y en los cuales una gran mayoría popular no confía ni de lejos.

Si el PSUV quiere continuar tiene que oxigenarse, debe refrescarse, lavarse con esmero la cara y el espíritu, beberse concienzudamente un buen purgante político, pero eso no podrá hacerlo ejerciendo el poder tal como están las cosas ahora cuando tiene cada día más presente el comprometido riesgo de perder por paliza las gobernaciones, y mucho menos si además tiene como consultores a unos chicos españoles que hablan con pedantería miope tras descubrir el kerosén en tiempos de la energía atómica. Por su propia evolución y supervivencia, al PSUV le está faltando con urgencia una temporada en la oposición, que es donde de verdad se aprende política, se definen las bases y los métodos para gobernar.

Es esencial recordar al Presidente Maduro, que la renuncia es un acto voluntario y personalísimo, como ciudadano que dispone de una plataforma de expresión no voy a cometer la tontería de solicitar su dimisión –aunque es mi derecho hacerlo, como lo es el suyo mandarme al carajo; pero lo que sí hago es pedirle que recapacite sobre la gravísima situación social, política, económica, de inseguridad y angustia que vive nuestro país –que es el suyo también- y que reconsidere si tiene o no la voluntad de cambio de rumbo. Trate de llegar, señor Presidente, a una conclusión que le indicará qué hacer. Recuerde que el tiempo a veces es aliado, pero tal como está el ambiente hoy es su mayor y más peligroso enemigo. No le haga caso a los españolitos que sólo quieren ganarse unos euros, fíjese más bien en lo que han hecho en economía en los últimos quince años los chinos y vietnamitas, por sólo ponerle dos buenos ejemplos.

Lo mismo deben pensar los polopatrioteros dirigentes del chavismo; que a Nicolás Maduro y a su Gobierno incompetente el tiempo los acosa, se les viene encima y amenaza atropellarlos. El PSUV cambia, o se despeña con ellos.

@ArmandoMartini