Un titular vigente. Una realidad agravada. La calidad del agua en Carabobo no ha dejado de empeorar. Pese a las denuncias, propuestas y empuje de la sociedad civil, el problema se mantiene desde el 6 de febrero de 2010, cuando El Carabobeño publicó la primera denuncia sobre la incapacidad de la planta Alejo Zuloaga para potabilizar las aguas del embalse Pao-Cachinche.
La contaminación se mide en toneladas. Fósforo, nitrógeno, materia orgánica. En seis años sí hay cosas que han cambiado. “Multiplicamos las toneladas por día en seis años y tenemos el resultado de lo que ha cambiado: más acumulación de niveles peligrosos”, explicó el ingeniero civil sanitarista Manuel Pérez Rodríguez.
Se agrega el crecimiento poblacional. Más demanda de agua y más descarga de cloacas. Más basura en los vertederos, que se convirtieron en rellenos sanitarios. Más indolencia y costumbre del Gobierno. Nunca soluciones o paliativos, resumió el asesor ambiental con reconocimiento internacional.
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