Lourdes era el destino líder de las peregrinaciones religiosas en Europa, pero el municipio francés donde apareció la Virgen hace 158 años, según la tradición católica, busca ahora reinventarse para sobrevivir a la caída del número de visitantes.
Señal en vivo desde el Santuario de Lourdes
Fotos AFP
Este jueves, unas 10.000 personas asistieron a la misa por este aniversario. “Solíamos ser más”, reconocen Christall y Lebeau, dos payasos-peregrinos vestidos con trajes multicolores.
“Desde hace años decíamos: tenemos cinco millones de visitantes, ¡es extraordinario! Lourdes no se dio cuenta de la caída, no reaccionó”, reconoce Josette Bourdeu, alcaldesa de Lourdes desde 2014.
La caída del número de peregrinaciones y de la duración de las estancias están relacionadas con la crisis económica, sobre todo en España e Italia, los dos países que aportaban el mayor número de visitantes extranjeros.
Pero también con los comportamientos de los turistas, que han dejado de lado los viajes en grupo y se decantan por los individuales, más centrados en el descubrimiento que en lo religioso.
Las dificultades de Lourdes también son consecuencia de la competencia cultural. En Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) las apariciones de la Virgen atraen cada vez a más italianos. “Hemos perdido la mitad de nuestra clientela transalpina”, calcula Pascale Fourticq, directora de la Oficina de turismo local.
Una nota reciente de las autoridades de la prefectura esboza un balance sombrío: entre 2009 y 2014 hubo una disminución de las visitas (-24%), de las reservas hoteleras (-23%) y del número de establecimientos (-25%).
Las empresas turísticas de esta ciudad de 15.000 habitantes “están cada vez peor”, con una caída de la facturación de 9%. Diez hoteles cerraron en un año y unos 60 se ven forzados a proponer los precios “más bajos de Francia”.
El santuario propiamente dicho, administrado por la Iglesia católica, también se ha visto afectado por la situación puesto que se financia con las peregrinaciones. A esto se añaden las inundaciones ocurridas en junio de 2013 y, en consecuencia, por las obras que tuvo que realizar para ser menos vulnerable a las eventuales crecidas del río Gave.
– Turismo espiritual-
Para reaccionar, la ciudad se inclina por el “turismo espiritual” que puede aportar una clientela más adinerada. Benoît Casterot realizó obras para que su hotel pasara de tres a cuatro estrellas.
“Teníamos una clientela de menores recursos”, afirma Casterot, que espera que el papa Francisco visite el lugar como hizo Benedicto XVI en 2008 para impulsar la economía local.
“Queremos promocionar Lourdes con la región, los Pirineos”, añade Fourticq, a quien le gustaría convertirla en una “referencia europea” del turismo espiritual. Al comienzo de octubre, Lourdes organizó el primer salón sobre este tema.
La ciudad también se esmera en ser más acogedora. “La idea es sacar a la gente del santuario”. Para ello se embelleció el recorrido por los lugares que marcaron la vida de Bernadette Soubirous, a la que se le apareció la Virgen hace más de siglo y medio. En primavera, los jardines se engalanarán con los colores del Jubileo de la Misericordia (azul, blanco, ocre y rojo).
A Josette Bourdeu todo esto le parece bien, siempre que la acogida de los enfermos que van al santuario con la esperanza de un milagro siga siendo la espina dorsal de Lourdes.