El 12F catalizó la deslegitimación del proyecto chavista y el entendimiento político

El 12F catalizó la deslegitimación del proyecto chavista y el entendimiento político

(Foto Reuters)
Decenas de estudiantes fueron detenidos el 12 de febrero de 2014 (Foto Reuters)

 

A continuación un reportaje publicado en Correo del Caroní sobre las protestas del 12 de febrero de 2014, realizado por el periodista Marcos David Valverde.

Quizás fue porque hubo muchas palizas. Primero, en 2012. Para recordar: ese año, la oposición se había unido en torno de los maratones populares de Henrique Capriles Radonski. Pero no fue suficiente. No ante un hinchado Hugo Chávez que mintió sobre el avance del cáncer que lo carcomía. Porque el 7 de octubre se impuso. De nuevo. Y ni hablar del 16 de diciembre, con tres gobernaciones azules. Nada más.





Luego, 2013. Por un margen chiquitico, como señaló el mismo Capriles tras el anuncio del triunfo (dudoso aún, pero triunfo) de Nicolás Maduro. Y luego el 8 diciembre, cuando se tornó colorado el mapa de alcaldías en Venezuela.

Por eso, Leopoldo López y María Corina Machado, ese 23 de enero de 2014, consideraron que había sido demasiado, que no se podía esperar más y que había que activar a la gente. A su propuesta la llamaron La Salida. El basamento: protestas de calle que, como explicó López, pretendían un cambio de gobierno.

“Hoy recordamos la esencia de la rebelión de un pueblo. La esencia de que los pueblos se pueden levantar ante la opresión, la esencia de que los pueblos tienen ese derecho. Hoy, nosotros tenemos que estar claros de que el 23 de enero de 1958 un pueblo se alzó. Invitamos al pueblo venezolano a levantar el espíritu de lucha”, exhortó, con Machado a su lado. La activación comenzó hace dos años, tal día como hoy.

En realidad

No hubo tal salida. De hecho, Maduro sigue gobernando. Contrario a lo que muchos creían. Resultó determinista y un tanto obcecado creer que el asunto podía tener ese desenlace. Pero desconocer el cambio que impulsaron las protestas es, igualmente, ceguera.

La activación ciudadana fue ese primer mérito. Basta recordar las calles y avenidas de Alta Vista tomadas, como si fuese Woodstock, por cientos de jóvenes. Hasta aquella arremetida de madrugada de la Guardia Nacional Bolivariana. Fue provocación plena. Y los manifestantes respondieron radicalizando las acciones en dos bastiones principales: La Churuata y Los Mangos.

“Como vecino de este sector, fue muy incómodo lo que viví. Indudablemente, nos perjudicó como vecinos porque fue traumático. No puedo decir que fue bonito”, afirma Lionel Espejo, habitante de Los Mangos.

A pesar de que no era esa la intención inicial, Rafael Tirado, activista de las juventudes de Voluntad Popular (el partido de López), señala que la actuación del Gobierno fue el activador de las reacciones posteriores.

“Ciertamente, las manifestaciones no debieron ocurrir de esa forma, porque todo esto además incluyó presos políticos. Pero las reflexiones que hacemos nosotros nos llevan a determinar que el despliegue militar motivó todo esto. Todos nos recordamos a las cuatro de la mañana, de rodillas en la avenida frente a ese despliegue militar”, rememora.

Pero, ¿hubo cambios?

Por supuesto. Se insiste: no inmediatos, no salidistas. Lo primero fue que el Gobierno abrió las puertas a la oposición para el diálogo. Más para decir las cosas de frente que para una solución, pero diálogo, a fin de cuentas. Como dejó de ser norma en este país.

Hubo, por cierto, un ataque sistemático contra los mesurados, que en ese momento encabezó Capriles. Y tal mesura se esquematizaba en una idea: La Salida no es la salida. La salida, la otra, es electoral.

A partir de entonces hubo una revisión, además, en la oposición. Comenzó con la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo como secretario ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática y la entrada de Jesús Chúo Torrealba como el sustituto. A partir de entonces, también, se profundizó una conciencia ciudadana orientada a la participación por otras vías. La muestra: la campaña opositora para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre que, finalmente, derrotó todas las ventajas en la campaña más abusiva del gobierno.

“Creo que los ciudadanos se han inmiscuido mucho más en los ámbitos sociales y políticos, hay una mayor vinculación que comenzó el 12 de febrero de 2014”, señala Tirado.

Las tareas urgentes son la justicia por los 43 asesinatos ocurridos en el contexto de las protestas (cifra que, de acuerdo con el Programa Venezolana de Educación-Acción, Provea, solo ha tenido repercusión en la sarta maniquea de Nicolás Maduro y su equipo) y la liberación de los presos políticos.

Cambió el asunto. No porque “cayó Maduro”. Pero sí porque su talante fue más prístino desde entonces.

Cambió el asunto. No porque Venezuela está mejor, sino porque existe una conciencia de la necesidad de expresión que se demostró el 6 de diciembre y que, a partir de allí, se impulsa una mejoría.

Cambió el asunto. No porque la oposición sea mayoría en el Parlamento, sino porque existe una agenda de país que, en un mes, ha transmutado la forma de hace política en el hemiciclo.

Cambió el asunto. No porque el tiempo premió a Henrique Capriles con la razón y condenó a Leopoldo López con la cárcel, sino porque se demostró que las vías constitucionales no son las inmediatas pero sí las eficaces.

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Cambió el asunto. No porque hubo héroes y mártires, sino porque la idea de la convivencia democrática se impuso ante las diferencias y oídos que, hay que decirlo, existen.

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Cambió el asunto. Y falta. Ahora es cuando. Pero el camino se desmaleza a 30 millones de manos.