El viajero recién llegado a Caracas comió en el hotel, y en los postres recordó que no había cambiado dólares para sus gastos de bolsillo de esos días. Los solícitos camareros le presentaron al cabo de un rato el cambio de sus 200 dólares en varias bandejas rebosantes de billetes de bolívares, con un semblante a mitad de camino entre el ¡feliz cumpleaños! y la picardía criolla, publica ABC de España.
Poco antes, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había anunciado en un mensaje televisado a todo el país su decisión de llevar a cabo la enésima devaluación de la moneda, que de un mordisco se reduce otro 37 por ciento respecto al dólar. Con ser grave, la noticia que dejó desvelada a la población venezolana fue el aumento del precio de la gasolina en un 6.000 por ciento (sic). Un anuncio mucho más leve, pero en esa línea, produjo en 1989 la gravísima revuelta social conocida como el “caracazo”, que dejó muchos muertos en las calles de la capital venezolana. Pero entonces mandaba el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, que no tenía milicias ni activistas armados en las calles.
Ayer, el Banco Central de Venezuela no tuvo más remedio que dar la cifra de la inflación de 2015 (tiempos felices para los que se avecinan este año): un 180,9 por ciento de inflación acumulada en el año, la más alta de la historia del país. Dos días antes, y en previsión de los daños, Maduro tomó la decisión valiente de destituir a su ministro de Finanzas, el sociólogo Luis Salas, después de poco más de un mes al frente del Ministerio.
Salas deja algunas piezas memorables sobre el problema de la inflación en Venezuela. “La inflación -escribió el exministro- no existe en la vida real, esto es, cuando una persona va a un local y se encuentra con que los precios han aumentado, no está en presencia de una inflación. En realidad, lo que tiene al frente es justamente eso: un aumento de los precios, problema del cual la inflación en cuanto teoría y sentido común dominante se presenta como la única explicación posible porque es la explicación del sector dominante de la economía”. La inflación, puro espejismo.