En su auxilio para corregir el patuque de Jaua, Maduro ha decidido cortarse la coleta y en vez de invocar al 350 ha procedido a autoaplicárselo. Sí. En una suerte de “autosuicidio”, el hijo del galáctico proclamó a los cuatro vientos que “hoy las reglas del juego están rotas, no las respetan ni nosotros respetamos la de ellos” y ha llamado “a la calle”, a la “rebelión de pueblo contra la oligarquía que lo amenaza”, que no es otra que la representada por él y los bolichicos. Recordó que en noviembre nos había amenazado con irse a la calle con el pueblo si perdían las parlamentarias. Parece que es hora de cumplir su palabra de irse a las calles pero de La Habana.
En ambos casos la motivación es la misma. Jaua y Maduro le tienen más miedo a un censo de las viviendas construidas por la Misión Gran Vivienda Venezuela que a la Sayona desnuda y pegando gritos en una quebrada. Quieren impedir a todo trance que se descubra la verdad de la corrupción y la ineficacia que hay debajo de la alfombra de ese esperpento creado para robar a manos llenas jugando con la necesidad de techo propio en los sectores más humildes de la población. Y en particular les aterra que la gente residente en esas viviendas obtenga la propiedad de las mismas.
PD: La MUD, con Julio Borges al frente (justo es reconocerlo), los puso a temblar con esa ley para entregar la propiedad de las viviendas.