Una obra trágica existencial en tres tiempos: económico, social y político. El lugar: Venezuela. Los actores: todos y cada uno de nosotros. La trama: cómo sale Maduro et al. del gobierno.
La destrucción despiadada de la actividad económica, por parte de los controles estranguladores de la mala praxis política del gabinete y su “cabeza”, ha generado tal escasez de necesidades básicas para la vida mortal, un grado tan cavernícola de vida en ausencia de servicios básicos, que de este tiempo económico ya pasamos al tiempo social.
¡Venezuela estalla! Las penurias y la miseria, el no tener que dar de comer a los hijos, las muertes sistemáticas por carecer de medicinas o hasta una inyectadora, y el perverso inventario de todo lo que no hay, enciende focos de protestas en distintos barrios y urbanizaciones del territorio. El tiempo social entra en escena y no sabemos a dónde nos va a llevar.
El 6 de diciembre volvió la esperanza de un mejor país, con paz, convivencia, civilidad, justicia, orden, abundancia, prosperidad… Pero a raíz de ello, Nicolás maduro le piso la chola a la demencia política. Él junto a su gabinete, aceleran a fondo la destrucción nacional y, con ello, algo se precipita. Algo político.
La salida de Nicolás Maduro es inminente e inexorable. Pero el cómo importa. Y la velocidad con que conduce el país a la perdición crea un verdadero problema de tiempos. Porque el país, los venezolanos, han aguantado demasiado. Una explosión social masiva y generalizada está en puertas. Ya unos focos se encendieron y pareciera se extenderán. Un país incendiado de rabia en la calle nunca lleva a nada bueno.
Los mecanismos constitucionales para salir de Maduro toman cada uno su propio tiempo. Hay que afinar el tiempo político para que actúe como freno a una catástrofe social. Pero debemos pisar la chola a fondo antes de que la institucionalidad se estrelle.
Mario Guillermo Massone @massone59