Para nosotros la diferencia entre un joven que toma el camino del bien y uno que se pierde en el camino de la violencia depende de las oportunidades que ha tenido. Si estas oportunidades no llegan cuando deben llegar, el resultado no solo es un eterno de círculo de muerte, violencia y descomposición, sino la destrucción del núcleo familiar y con este la estructura fundamental de nuestra sociedad.
Cuando tocamos el tema de la violencia siempre hablaremos de víctimas sin hacer distinción respecto a los victimarios. Porque creemos que en un país que no le deja otra opción a sus jóvenes entre un arma o la muerte, todos somos víctimas. Incluyendo quien aprieta el gatillo.
En nuestros barrios la ley del más fuerte lleva años imponiéndose. Es cuestión de supervivencia en una cadena de depredación donde los débiles responden al instinto de salvarse y los que se creen fuertes al instinto de matar. Es la naturalización de la muerte en quienes la noche solo tiene el sonido de ráfagas y siempre huele a pólvora.
Muchas veces se nos compara con otros ciudades del mundo y lo momentos difíciles que estas urbes vivieron cuando fueron arropadas por las bandas armadas, el narcotráfico y el sicariato. La diferencia entre estas ciudades y nuestra Caracas, es que ellos pensaron en el mañana no como el día después, sino como la construcción de un tiempo de oportunidades que recibiría las nuevas generaciones.
Hoy les hablo como un fiel creyente del deporte como instrumento de transformación. Alguien que entiende que en los tiempos por venir, la pacificación que tanto necesita nuestro país pasará por ofrecer alternativas al plomo y a la pistola al cinto que hoy gobiernan sin competencia.
Para nosotros el deporte salva vidas y esa es una frase que no representa poca cosa en una Venezuela que se desangra. Sangre que corre por nuestras calles mezclada con las lágrimas de miles de madres que contra las leyes de la naturaleza deben enterrar a sus hijos.
Una vida salvada no es para nosotros una estadística, no es un porcentaje, es una historia de éxito que comenzamos a edificar y que se convertirá en el modelo a seguir por otros chamos en nuestras comunidades. No se trata de crear el hombre nuevo, sino el joven modelo: El que trabaja, es honesto, el que cree en el ascenso social antes que la viveza criolla, el líder positivo de su zona.
Todos sabemos las dificultades que hoy tenemos las gobernaciones y alcaldías con el tema presupuestario, nuestros gobernantes deben priorizar entre reparar una patrulla o construir una cancha. Muchas veces con ayuda de la empresa privada logramos hacer las dos cosas, pero la crisis en nuestro país hace que todo sea cada vez más cuesta arriba.
Pero pese a esta política de optimización de recursos y las alianzas, siguen existiendo grandes vacios presupuestarios y ausencia de coordinación con entes nacionales, cosa que no nos permite hablar de una política integral de seguridad.
Es por eso que aprovechando que las cosas cambiaron en la Asamblea Nacional y por primera vez en muchos años tenemos diputados que se preocupan por las prioridades de nuestro pueblo, fuimos esta semana al poder legislativo llevando la voz de nuestros jóvenes deportistas y planteando la reforma parcial de la Ley Orgánica del Deporte la Actividad Física y la Educación Física que buscará verdaderamente promover las iniciativas públicas y privadas que permitan incentivar las actividades deportivas en las zonas más deprimidas de nuestro país, en donde solo las gobernaciones y municipios saben dónde están las necesidades.
Planteamos específicamente la reforma del articulado correspondiente al Fondo Nacional del Deporte, institución nacida en 2011 con la finalidad de facilitar la ejecución de proyectos relacionados con la práctica deportiva. La Reforma Parcial busca facilitar y despolitizar los aportes provenientes del tributo creado en la ley, permitiendo que las organizaciones deportivas, consejos comunales, instituciones docentes o asociaciones de vecinos puedan recibir directamente de los contribuyentes, los recursos que permitan mejorar la infraestructura deportiva y, con ello, se optimice la masificación deportiva.
Abramos una oportunidad para que nuestros niños y jóvenes tengan la posibilidad de elegir un modo de vida diferente. Si salvamos solo una vida habremos hecho el trabajo, porque estará comenzando así el cambio que impulsamos desde abajo.
Brian Fincheltub
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