Dicen que las penas se van bailando porque danzar no sólo libera tensiones, sino que además despeja la mente y llena el cuerpo de energía. Los entrenadores aseguran que es un excelente ejercicio porque tonifica los músculos, reduce el colesterol, quema calorías, mejora el sistema respiratorio y por si fuera poco, libera el estrés. Además, según estudios neurocientíficos los beneficios que aporta practicar algún tipo de baile son múltiples: estimula áreas del cerebro que regulan la memoria, libera endorfinas, lo que provoca una sensación de bienestar y buen humor; y trabaja la coordinación del cuerpo. Así lo reseña toyfeliz.net
Investigaciones sobre gerontología arrojaron que tener la rutina de bailar rebaja la posibilidad de sufrir demencia senil porque aumenta la capacidad intelectual y reduce el riesgo de deterioro de la función cognitiva en la vida adulta, ya que al seguir una coreografía se le exige al cerebro que recuerde pasos y secuencias, lo que estimula el poder mental y mejora la memoria.
Pero no sólo interviene la memoria a corto y largo plazo, necesarias para recordar la secuencia de movimientos, sino que se requiere también percepción visual y auditiva, coordinación motriz, equilibrio, comunicación y empatía para predecir los movimientos de la pareja o del grupo. Como ejercicio aeróbico ayuda al fortalecimiento cardiovascular y en los niños favorece la concentración, la atención, la memoria, trabajar y pensar más rápido, y formar nuevas interconexiones neurales.
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