Se reducen posibilidades de hallar sobrevivientes tras brutal terremoto en Ecuador

Se reducen posibilidades de hallar sobrevivientes tras brutal terremoto en Ecuador

Rescuers work to search for earthquake victims amidst the rubble in Manta on April 18, 2016. Rescuers and desperate families clawed through rubble on April 18, pulling out survivors two days after an earthquake that killed at least 413 people and devastated a tourist region of Ecuador.   / AFP PHOTO / LUIS ACOSTA
 / AFP PHOTO / LUIS ACOSTA

 

El terremoto que asoló Ecuador el fin de semana podría costarle al país entre dos y tres puntos porcentuales de su Producto Interno Bruto (PIB), dijo el martes el presidente Rafael Correa, mientras disminuyen las posibilidades de hallar más sobrevivientes a pesar de la tenaz labor de los socorristas.

El sismo, el más devastador en casi 40 años, deja hasta el momento 424 fallecidos, 4.027 heridos y 231 desaparecidos.





“Va a ser una lucha larga, no nos engañemos”, dijo Correa la madrugada del martes tras recorrer la provincia de Manabí, la más afectada por el potente terremoto de magnitud 7,8.

“Las pérdidas son multimillonarias. Yo calculo, a grosso modo, 2.000, 3.000 millones de dólares. Dos puntos, tres puntos del Producto Interno Bruto”, agregó.

El sismo ha puesto más presión sobre la economía del miembro más pequeño de la OPEP, que ya estaba sufriendo por los menores precios del petróleo y pronosticaba un crecimiento cercano a cero para este año.

A pesar de que la vital industria energética no sufrió grandes daños por el terremoto, las exportaciones de bananas, flores, cacao y pescado podrían retrasarse por las carreteras agrietadas y las demoras en los puertos.

INCANSABLES

Ayudados por perros entrenados y potentes retroexcavadoras, los expertos seguían buscando víctimas entre el tropel de ladrillos y fierros retorcidos, pero los gestos de desazón los delataban: las reglas de búsqueda indican que las primeras 72 horas son vitales para encontrar con vida a desaparecidos.

“Mañana (martes) cumplimos tres días, que es lo que se ha establecido, de acuerdo a los protocolos internacionales, para descartar la existencia de seres humanos con vida”, dijo la noche del lunes el ministro del Interior, José Serrano, en Pedernales, la más golpeada de las ciudades ecuatorianas.

Las imágenes se repetían a lo largo del litoral: sobre calles en las que se levantaban casas, edificios y hasta hoteles, ahora se apilan toneladas de escombros. Miles volvieron a pasar la noche a la intemperie por temor a que las réplicas, que no dejaban de sucederse, tumbaran sus maltrechos hogares.

“Hay cuerpos aplastados en las edificaciones y, por el olor, es evidente que están muertos”, dijo a Reuters el capitán del ejército Marco Borja, en el pequeño poblado turístico de Canoa.

Sin embargo, aún había lugar para la esperanza a medida que los socorristas difundían licitaban sus escasos rescates a través de las redes sociales.

“Donde hay vida, hay esperanza. Nuestro personal rescató a cinco personas con vida”, dijo la Policía ecuatoriana en Twitter sobre los trabajos que realiza en Manta, sede de uno de los puertos más importantes del país.

ESPERANZA

No es la primera vez que Pedernales, un poblado costero de 55.000 habitantes emplazado en el noroeste del país, vive una tragedia.

Durante la década de 1980, la ciudad prosperó impulsada por el boom camaronero, uno de los principales rubros de exportación del país pero, una década más tarde, se fue a pique tras la enfermedad de la mancha blanca, un virus devastador que causa gran mortalidad en los crustáceos.

A pesar de todo el pueblo se repuso y, gracias a miles de bañistas que empezaron a llegar atraídos por las cálidas aguas del océano Pacífico, pasó a subsistir del turismo.

Y aunque el devastador sismo derribó más del 70 por ciento de las viviendas de la ciudad y dañó gravemente las restantes, las autoridades esperaban que el pueblo volviera a resurgir de entre los escombros.

“La prioridad para nosotros es continuar con la labor de búsqueda y rescate”, dijo el ministro Serrano, visiblemente afligido. “Vamos a salir adelante”.

Nora Olarte, tía de Jairo, un adolescente de 15 años desaparecido, esperaba el lunes que los rescatistas le dieran una alegría. Pero a medida que avanzaba la noche, las esperanzas se diluían.

Alrededor de Olarte y su sobrino, el hermano de Jairo, una multitud se agolpaba tras la zona acordonada esperando noticias.

“La mamá no quiere creerlo. Ella todavía tiene esperanza que siga vivo”, dijo Olarte revelando que la madre de Jairo pidió más temprano, de rodillas, que su hijo sobreviva. “Eso me hace doler el corazón, como yo también soy mamá”.

Por Ana Isabel Martinez y Julia Symmes Cobb/Reuters