Desde que se graduó de comunicadora social a los 21 años, Anna Vaccarella (Maracay, 1968) no ha parado. A los 22 era corresponsal de RCTV, a los 24 hacía Alerta y a los 30 leía noticias. “Para mí la salud nunca fue un tema. Yo siempre fui una persona sana, nunca fumé, nunca bebí, hacía deporte, me alimentaba bien, sin embargo, nunca la valoré”, reflexiona.
Yolimer Obelmejías/ El Universal
Su vida transcurrió sin problemas hasta que en junio de 2015 empezó a tener fuertes dolores estomacales y fue al médico. Varios tratamientos fallidos después, el 20 de julio fue diagnosticada con linfoma no Hodgkin; recibió quimioterapia y el 2 de febrero fue sometida en Nueva York a un transplante de médula autólogo, con sus propias células madre.
Casi 100 días después del procedimiento, la periodista volvió a Venezuela, se reencontró con sus hijas Isabella y Sofía –de 5 años–, con su esposo Román Lozinski, y confiesa, sentada en uno de los sillones de su casa, que trata de comprender a la nueva Anna, “Anna Candela” –como ella misma la llama–, ésa que volvió a nacer el día de la Virgen de la Candelaria.
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