La magnitud del sufrimiento propinada al pueblo venezolano como nunca en su historia, será proporcional a la magnitud de la caída de Maduro y su gobierno. Como dicen en el llano, agárrese camarita por que hasta el árbol más grande lo puede tumbar la brisa y es más fuerte la caída cuando se sube de prisa.
Todos sabemos cómo llegó Maduro a ser presidente y además “como ganó” las elecciones. Inmerecido para él, que nunca se imaginó llegar a esa posición, a menos que fuera a base de trampas y violaciones a la Constitución, pero mucho más inmerecido para el pueblo venezolano, que tiene que soportar a un presidente incapaz y a un gobierno corrupto que mediante mentiras repetidas mil veces continúa justificando la tragedia que vive el país.
Maduro y su gobierno odian a Venezuela. Se burlan cada día de los venezolanos y no les importa las consecuencias de sus acciones. Es una tiranía arrabalera, vulgar, ordinaria que no solo ha perseguido a la oposición, sino que ahora arremete impunemente contra el pueblo despojándole y negándole sus derechos fundamentales, especialmente el derecho a la vida y a la dignidad.
Se niegan a reflexionar y a facilitar la transición a la democracia. No quieren aceptar que más del 80 por ciento de la población los rechaza, están mirando la procesión pero no se hincan ante ella. No entienden que las firmas para activar el revocatorio es una extensión de las elecciones del 6 diciembre pasado, que el pueblo volvió a hablar y quiere cambio, olvidando que a su tiempo maduran las brevas o las uvas.
Nadie entiende como Venezuela, que ha recibido cientos de miles de millones de dólares por venta de petróleo, ha llegado a la situación actual. El pueblo está pasando hambre, no recibe adecuadamente electricidad, agua, medicinas, alimentos, es azotado por la delincuencia que asesina a más de 2 mil venezolanos cada mes y las Fuerzas Armadas que deberían protegerlo, se han corrompido tanto, que trafican lo que se les atraviese: cocaína, marihuana, carros, oro, metales, petróleo, comida, medicinas y ahora se asocian a las bandas de delincuentes comunes para cometer cada vez más delitos. Es un régimen podrido.
La salida a esta tragedia está en la constitución y la oposición ha optado por solicitar el revocatorio a Maduro que de lograse, significará el inicio de la reconstrucción nacional. Ellos más que nadie saben que es así y por eso lo van a sabotear. El pueblo ya no les cree nada, pero no rectifican, como decía Abrahan Lincoln, se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo.
Solo maniáticos y enfermos dictadores prefirieron llevar a sus pueblos a guerras perdidas causando muertes y daños irreparables, antes que aceptar su propio fiasco. El mismo Chávez optó por inmolarse que ver con sus ojos el derrumbe de su absurdo y fracasado proyecto.
Todos recordarán que estos enemigos del pueblo despidieron a 22 mil trabajadores de PDVSA, porque no se doblegaron ante los abusos del presidente. Chávez entregó la Faja Petrolífera del Orinoco al capital transnacional para impedir el desarrollo de empresas nacionales, porque estas según el, se le voltearían o utilizarían el dinero para conspirar en su contra, entonces eligió a los cubanos, chinos, brasileños corruptos y pare de contar, antes que a venezolanos.
El joven exministro de educación Héctor Rodríguez en referencia a los pobres que tanto defienden, afirmó, “no vamos a sacarlos de la pobreza para que se vuelvan escuálidos”. Giordano le dijo Guacaipuro Lameda, cuando este le exigió rectificar, que la revolución se proponía “hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así”.
Maduro y todos en el gobierno pretenden seguir engañando al pueblo con su falso “amor a los pobres”, olvidando que cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana.
Lo que no entienden es que Venezuela jamás se someterá a sus propósitos. Si bien muchos les apoyaron y creyeron en sus mentiras o cayeron en la trampa por medio del soborno, el chantaje y el medio, no pudieron lograr el cambio cultural al que aspiraban, que no era otra cosa que sumisión, adoración a su líder, para perpetuarse en el poder. En esa borrachera se olvidaron que el pueblo venezolano es como un cuero seco, por un lado lo pisan y por el otro se levanta.
La decisión de cambiar al gobierno y salir de este régimen tirano y autoritario está tomada. Si Maduro insiste en cerrar las compuertas del cambio, este le pasará por encima y tendrá que asumir las consecuencias. El pueblo y sus dirigentes ya están en las calles. La presión popular acompañará la transformación del país. Nuevos valores democráticos y una renovada cultura política emerge para lograr estabilidad y progreso. Así quedó demostrado este 11 de mayo. El revocatorio ya está sembrado en el corazón de cada venezolano. Ahora si se ha cogido al toro por los cuernos y lo que está por pasar pasará.