Usted lo escucha hablando y aunque no esté de acuerdo con él, queda convencido ¡Que poder de la palabra! iQue dominio del verbo! Cervantes estaría orgulloso con el impecable manejo del idioma que hace nuestro Ministro de Interior y Justicia. Tenemos que darnos con una piedra en los dientes, la tierra pocas veces pare personas con tanto talento, sin duda la historia tendrá un lugar reservado para González López.
Cuando de la escena mediática se trata, solo Gilberto Correa lo supera. Con una facilidad única se dirige al pueblo venezolano e improvisa de manera brillante durante pases en vivo en televisión. Pero donde más se destaca es cuando le toca develar planes golpistas y relacionar a la oposición con cuanto ratero agarra. Es simplemente sorprendente, ni Amador Bendayán en tiempos del Festival de la Orquídea podía leer un teleprompter con tanta naturalidad.
Pero cuando de números se trata, no queda otra que quitarse el sombrero. Con amplia experiencia en cálculos matemáticos aritméticos, este hombre ha demostrado ser un as sacando cuentas. Sobre todo cuando hablamos de cifras de muertes violentas, sin necesidad de revisar estadísticas, huele los números y es capaz de sostener que han bajado. Digan ustedes ¿No es un ministro estrella?
Si la realidad no fuera tan grave, González López daría risa, pero la guerra que vive Venezuela no merece que dejemos a cargo de nuestras vidas a semejante monumento a la irresponsabilidad, la falta de ética y profesionalismo. No son sus evidentes limitaciones para hablar y soltar al menos una idea coherente las que lo hacen pésimo funcionario, son sus resultados al frente de la Ministerio de Interior y Justicia los que lo descalifican a seguir al frente de la seguridad de todos los venezolanos.