Ecuador cumple este lunes un mes del devastador terremoto en el norte de la costa del país, que dejó 660 muertos, multimillonarias pérdidas y decenas de miles de damnificados, dispuestos a reconstruir su futuro a punta de fe y coraje.
EFE
La provincia costera de Manabí y el sur de su vecina de Esmeraldas fueron las más castigadas por el potente seísmo de magnitud 7,8 en la escala abierta de Richter, ocurrido a las 18.58 hora local (23.58 GMT) del sábado 16 de abril.
Ceremonias religiosas, algunas de ellas al aire libre porque las iglesias colapsaron con la sacudida, se han anunciado en poblaciones como Pedernales, Manta, San Vicente, Jama y Portoviejo, en la provincia de Manabí, la más golpeada por el temblor.
Los oficios religiosos se han anunciado en torno a las siete de la noche (00.00 GMT), aunque en Pedernales será una hora antes, pues luego las autoridades de esa jurisdicción inaugurarán un mercado de pesca y mariscos, como símbolo del anhelo por reactivar la economía del lugar.
Y mientras los pescadores se han vuelto hacer a la mar y los comerciantes a vocear alimentos, artesanías y otros bienes menores, las autoridades han anunciado programas para la reconstrucción y para la reanimación económica de la región.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, anunció la entrega de un bono de 10.000 dólares a las familias damnificadas para la construcción de “viviendas sociales”, con un “co-pago” de 1.000 dólares por parte del afectado, que dispondrá de 36 meses y un año de gracia para cancelar su cuota.
Otro bono para la reparación de viviendas, que hayan sufrido daños menores, ofrecerá el Gobierno por un monto máximo de 4.000 dólares, con un “co-pago” o contrapartida de 400 dólares por parte del afectado, pues se considera que un monto mayor supondría que sería mejor construir una nueva casa.
Además, se ofrecerá un bono de hasta 9.000 dólares para familias de clase media o alta que deseen adquirir viviendas de hasta 70.000 dólares.
Otro beneficio será la entrega de 135 dólares para alquiler de viviendas por parte de los afectados, que aumentará en 15 dólares si ellos optan por ir donde familiares que los acojan.
En el plano productivo, el Ejecutivo impulsa planes turísticos, productivos y comerciales para mitigar la angustia.
La promoción de un tour que recorre las zonas afectadas, con el objetivo de reactivar negocios, especialmente de comida, ha atraído la atención de los ecuatorianos de otras regiones que, desde el primer momento después de la tragedia se multiplicaron para apoyar a los afectados.
También se han anunciado incentivos para recuperar la capacidad productiva de la región, sobre todo en las industrias turística, agropecuaria, camaronera y pesca, entre otras.
Montañas de donaciones aún se almacenan y distribuyen entre los damnificados, mientras miles de voluntarios, agentes policiales, militares, funcionarios y autoridades mantienen un ajetreo permanente en las zonas devastadas.
El devastador temblor dejó a más de 7.600 familias ubicadas en albergues temporales y en verdaderas ciudadelas de tiendas de campaña donadas por países amigos y organismos internacionales, situadas en zonas seguras.
La asistencia en servicios básicos, alimentación, salud y educación no se ha detenido en la región, que tras un mes de zozobra ha empezado a levantarse, como advierten muchos mensajes emitidos por medios de comunicación y en redes sociales.
“Los manabas nos hemos vuelto a poner de pie y estamos trabajando para construir el futuro”, señala uno de esos mensajes que define la actitud de los habitantes de la provincia de Manabí, reconocidos en Ecuador por su tenacidad y orgullo de su tierra.