El título y el contenido de la famosa novela de George Orwell nos sirve para ilustrar lo que en la actualidad sucede en el campo oficialista, de allí mi atrevimiento al encabezar este artículo con una de las más conocidas obras del autor inglés
Tienen que aparentar fortaleza para disimular la debilidad. Algunas aparentes demostraciones de fuerza así lo confirman. A varios de sus voceros les aplica el viejo adagio “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Ya no está quien lograba cohesionar el “nido de alacranes” como lo calificó el General Muller Rojas. El “muro de contención” de ideas locas según Diosdado.
Siempre hubo allí contradicciones – como es natural- pero el liderazgo carismático hoy ausente las mitigaba. La rebelión recorre la granja. Unas pocas han salido a flote, aún así poseen significativa importancia.
No podía ser de otra manera, la realidad es apabullante. La retórica oficialista no la puede opacar. El fracaso es más que evidente, el rechazo también. Las graves manifestaciones de la crisis nos golpea a todos. La casta gobernante se exceptúa.
Comienzan a sentir los rayos del sol en el espaldar. Expresiones recientes constituyen síntomas de la enfermedad. Señales que siempre acompañan a los regímenes en proceso de descomposición.
No tienen semejanza con la de aquellos “patriotas cooperantes” como el General y ex magistrado Eladio Aponte Aponte, Luis Velásquez Alvaray, Leamsy Salazar, Rafael Isea y el más nuevo: Hebert García Plaza.
No, son disidencias políticas de otra categoría: similar – por supuesto- también diferentes; a las de Marea Socialista, los ex ministros Héctor Navarro, Jorge Giordani y Ana Elisa Osorio. Me refiero a las de los Mayores Generales Miguel Rodríguez Torres y Cliiver Alcalá Cordones. Llama particularmente la atención la presencia de altos oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales que han ocupado importantes posiciones en el gobierno,entre los protagonistas de la disidencia; sobre todo en un régimen que pregona la alianza cívico- militar y que en buena medida es tutelado por el estamento armado.
Hay antecedentes en esa dirección, cambiando lo cambiable; los Generales Raúl Baduel, Manuel Rosendo, Guacaipuro Lameda y Francisco Usón ocuparon cargos de primer orden en los inicios del régimen.
Compartimos a plenitud la visión que ubica el cambio político en una perspectiva eminentemente civil, muy distante de pensar en soluciones militares. Ahora bien, es innegable la importancia de ese sector, no puede subestimarse en la lucha por el cambio.
Existe en el mundo civil del campo oficialista mucha gente, que tiene una actitud distinta a la de Maduro, Aristóbulo, Diosdado y Jorge Rodrigues en torno al revocatorio, expresan la necesidad de buscar alternativas al actual estado de cosas y perciben el referéndum como una opción válida y constitucional.
Es previsible que se produzcan nuevas e importantes disidencias, a ellas no se les puede responder con el refrán: ” tarde piaste pajarito”; la experiencia histórica mundial y la propia, demuestra que estos cambios políticos siempre tienen características inéditas y para su estabilidad y gobernabilidad requieren la presencia de representantes del régimen anterior. Obvio quedan excluidos personajes con comprobada participación en delitos de corrupción, narcotráfico y violación de los derechos humanos.
El cambio que el país reclama, debe ser lo menos traumático posible, para salir de la crisis se hace necesario lograr -insistimos- estabilidad y gobernabilidad, para ser ejecutable es necesario conformar un gobierno de Unidad Nacional. No se trata de una consigna, sino una disposición política que debe conformarse para cambiar de rumbo y poder progresar en paz.