Una mujer joven se desmaya por el calor mientras cientos luchan por conseguir pasta, gritando que tienen hambre; habitantes de barrios pobres y bandas armadas esperan la noche para atacar camiones de comida o saquear tiendas, y una madre recibe un disparo de la policía en medio de una multitud que desvalija almacenes.
Por Alexandra Ulmer y Girish Gupta / Reuters
Los disturbios y saqueos violentos por la escasez de comida son cotidianos en Venezuela y un gran problema para el Gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro.
A pesar de horas en las filas, los venezolanos se encuentran cada vez más con que la harina o el arroz subvencionados se agotan antes de que puedan comprarlos. Muchos dicen que se saltan comidas o complementan sus dietas con mangos de los árboles. Otros están tomando el asunto en sus propias manos.
En una mañana reciente, en la barriada de El Valle, en Caracas, unas 200 personas empujaron a la policía que resguardaba un supermercado al grito de “¡queremos comida!” y “¡saqueo!”. A unos pocos se les permitió comprar dos bolsas de pasta por persona.
“No estamos comiendo. La gente está desesperada por un saqueo”, dijo la madre de tres niños, Miza Colmenares, de 55 años, que pasó la noche en la cola y no había comido más que unos huevos en el desayuno del día anterior.
Una anciana lloraba inconsolablemente en la acera.
Más de 10 saqueos ocurren todos los días en el país petrolero, uno de los más violentos del mundo, según el grupo privado Observatorio Venezolano de la Violencia. Y más de una cuarta parte de las 641 protestas de mayo fueron por alimentos, según un recuento del Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social, una cifra que va en aumento.
Las calles llenas de enojo son posiblemente una amenaza más grande para Maduro que una oposición política que busca revocar su mandato con un referéndum.
El hervidero de las calles representa un cambio notable para un Gobierno que se enorgullecía de su apoyo popular forjado con programas de bienestar social, como consultorios de salud con personal cubano y supermercados subvencionados.
Pero con su amado ex presidente Hugo Chávez fallecido y la economía en rápido deterioro, muchos ex “chavistas” le han dado la espalda a Maduro, quien acusa a la oposición de esconder los alimentos para alentar los disturbios, un argumento que convence cada vez a menos.
Cuando el organizador comunitario del Partido Socialista Unido (PSUV) Pedro González, de 58 años, dijo a Reuters que los disturbios en El Valle eran “algo orquestado por gente de la oposición” fue ahuyentado a gritos por los testigos iracundos.
La oposición sostiene que los distorsionados controles de cambio y precio gubernamentales han sepultado la economía.
“Para tu familia”
Desde hace meses se reportan saqueos, pero en las últimas semanas ha habido un aumento de los compradores frustrados o grupos armados que organizan asaltos, según informes, en ocasiones para volver a vender la mercancía.
En la pequeña ciudad de Tacuato, al norte del país en la península de Paraguaná, a finales del mes pasados residentes -y presuntos delincuentes- frustrados tras pasar la noche en fila decidieron saquear el siguiente camión que pasara.
“Si tu tienes un hijo que te dice ‘mami, quiero tetero’ y no tienes leche para hacérselo, no piensas en más nada y te llevas todo lo que puedas para tu familia”, dijo una mujer, pidiendo el anonimato para evitar poner en peligro su puesto de trabajo.
Las víctimas fatales en medio de los disturbios, también van al alza. Un joven de 21 años murió por disparos durante refriegas la semana pasada en el barrio pobre caraqueño de Petare, uno de los más grande de Latinoamérica. Y un policía fue acusado en el Táchira por abatir a una mujer en un saqueo.
El ministerio de Información de Venezuela no respondió a una solicitud de comentarios.
Con la reducción de las importaciones por la caída de los ingresos petroleros y la producción local en crisis, los venezolanos temen que los saqueos aumenten.
En un día reciente en el próspero este de Caracas, decenas esperaban fuera de un supermercado pidiendo a gritos que se vendan dos paquetes de pasta en vez de uno. Los gerentes cerraron brevemente y, después de 10 minutos, volvieron a abrir cediendo a la demanda de los compradores para evitar disturbios.
En medio de las tensiones, los venezolanos encuentran cada vez más paralelismos entre su situación actual y el “Caracazo” de 1989, cuando cientos de personas murieron en disturbios y saqueos provocados por un aumento de varios precios controlados, entre ellos del combustible, en medio de una crisis económica.
“Nos iremos a cansar de esto. Habrá algo parecido al Caracazo, seguro”, dijo Yubisai Blanco, de 40 años, agarrando sus dos bolsas de pasta después de siete horas de cola. Reuters