Trinidad y Tobago trata de atender el creciente flujo de venezolanos que acuden a estas islas vecinas en busca de asilo, la mayoría profesionales con hijos, así como el de quienes solo quieren comprar alimentos y productos de primera necesidad para llevarlos a su país.
EFE
Según la asociación trinitense Living Water Community (LWC), auspiciada por la ONU, más de un centenar de venezolanos ha acudido a las autoridades de este país en busca de asilo en lo que va de año, ante el deterioro de la situación política y social en Venezuela.
En una entrevista con Efe, la coordinadora de LWC para migrantes y refugiados, Rochelle Nakhid, explicó que la respuesta de las autoridades trinitenses y venezolanas ha sido reforzar la seguridad en la frontera, algo que en su opinión puede empeorar las cosas.
El ministro de Seguridad Nacional de Trinidad, Edmund Dillon, anunció recientemente que ambos países habían llegado a un acuerdo para reforzar la vigilancia en el Golfo de Paria que separa las costas de Trinidad y Venezuela y combatir además el creciente tráfico de personas, drogas, armas y munición.
El anuncio tuvo lugar la semana pasada mientras visitaba el puerto de Cedros, en el extremo suroeste de Trinidad, donde llegan muchos venezolanos desde Tucupita, generalmente tras haber pagado 150 dólares por un viaje de cuatro horas en pequeñas piraguas y muchos de ellos para comprar alimentos, medicamentos y productos de primera necesidad.
Dillon anunció un plan para mejorar las instalaciones de este puerto, atender mejor ese creciente flujo de venezolanos y facilitar la intermediación de algún intérprete.
La proximidad de ambos países siempre ha propiciado el movimiento de personas y mercancías, pero las autoridades trinitenses denuncian que en los últimos años se ha registrado un incremento en el tráfico ilegal de personas, así como de armas y drogas.
“Estamos intentando aumentar las interceptaciones en el mar, lo más lejos posible de la costa, con mayores embarcaciones de patrullas costeras”, explicó el ministro.
Nakhid explicó a Efe que en Cedros se vive “un creciente flujo mixto de migrantes”, que incluye a “aquellos que vienen a comprar comida y provisiones y vuelven a casa, aquellos que vienen a aprender inglés (un número que está en claro retroceso a raíz del empeoramiento de la situación en Venezuela) y aquellos que buscan asilo”.
Estos últimos son en su mayoría profesionales con formación académica, según Nakhid, quien apuntó además que cerca de la mitad de los que buscan asilo son niños.
“Ofrecemos asistencia y protección humanitaria en colaboración con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Los registramos y les ofrecemos asistencia psicosocial, alojamiento temporal, alimentos y dinero en efectivo para pagar un alquiler. Básicamente nos ocupamos de ellos mientras están aquí y la mayoría de ellos están aquí por un largo tiempo”, apuntó.
Trinidad y Tobago carece de una ley de refugiados, de forma que, aunque se haya determinado que los reclamantes tienen derecho a ser considerados como refugiados, a la larga suelen ser derivados a otros países, sobre todo a EE.UU., ya que en estas islas caribeñas no tienen derecho a recibir la ciudadanía ni permiso de trabajo.
Nakhid explicó que las investigaciones previas necesarias para conceder asilo a una persona en Trinidad se pueden demorar años y durante todo ese tiempo el afectado no puede trabajar legalmente para mantenerse a él y a su familia, “así que básicamente vienen a suplicar por ayuda”.
“Hemos estado abogando por un sistema para permitir que el solicitante de asilo tenga derecho a trabajar y contribuir con sus habilidades a la economía nacional. Abogamos por el bienestar de la persona y la salvaguardia de la dignidad del ser humano”, apuntó, convencida de que hay maneras “creativas e innovadoras” de sacar provecho de esta migración.
LWC y Acnur también están dedicando esfuerzos a formar al personal que patrulla el Golfo de Paria para que sepan “identificar las necesidades” de quienes tratan de alcanzar las costas trinitenses.
“Entendemos la necesidad de velar por la seguridad nacional y sabemos que con los flujos migratorios mixtos aumentan los traficantes de personas y drogas, pero también tienen que ser sensible a la identificación de las personas que tienen un temor fundado de persecución o necesidades humanitarias”, apuntó.