El presidente del Gobierno español y líder del PP (centroderecha), Mariano Rajoy, presume de ser un hombre normal, aunque la principal característica que todos le atribuyen es la de inmutarse poco y tener mucha capacidad de aguantar embates.
El domingo 26 Rajoy será de nuevo candidato de su partido a presidente del Gobierno en unas elecciones legislativas. La quinta vez consecutiva, por lo que superará a su correligionario José María Aznar, que lo fue cuatro, y sólo tendrá por delante al socialista Felipe González, que fue aspirante siete veces entre 1977 y 1996.
A sus 61 años, Rajoy lleva 35 en diferentes cargos públicos y los últimos cuatro años y medio al frente del Ejecutivo.
Esa amplia experiencia es la que se encarga de hacer patente a menudo y la quiso hacer valer en el debate con los otros candidatos el 13 de junio pasado.
“Al Gobierno no se viene a hacer prácticas, se viene aprendido y conociendo los temas”, dijo entonces en un debate que, para él, no es una tarea con la que disfrute, ya que hace unas semanas admitió públicamente que le costaba prepararlo.
De Rajoy se destaca su capacidad para zafarse de las preguntas difíciles cambiando de tema o, simplemente, respondiendo vaguedades sin perder la compostura ni el gesto, aunque a veces le delata un tic nervioso en un ojo.
Corredor de fondo en política, Rajoy ha sido capaz de llevar al Partido Popular (PP) al mejor y al peor resultado de su historia, ya que en 2011 obtuvo 186 escaños y en diciembre pasado 123, una cifra ésta última en la que – según las encuestas – volverá a estar el día 26, escaño arriba o abajo.
A pesar de eso, los escasos comentarios críticos que cosechó tras ganar por la mínima en diciembre fueron acallados y sólo una parte de la prensa le censura, porque en su propio partido nadie le levanta la voz ni se cuestionó que volviera a ser candidato en estos comicios.
Él mismo dice que cómo se puede pedir la cabeza de un candidato que gana las elecciones.
A esa condición de cabeza de cartel del PP llegó a propuesta del expresidente del Gobierno José María Aznar (1996-2004), con quien ahora mantiene una relación distante.
Aunque en marzo de 2004 se veía presidente, el impacto en la sociedad española de los atentados de islamistas radicales en Madrid, que causaron 191 muertos tres días antes del voto, llevaron al PP a la oposición y al Gobierno a los socialistas.
Rajoy pasó entonces una larga travesía durante la cual fue cuestionado cuando volvió a perder – esta vez más claramente – ante el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en 2008.
Sin embargo, se mantuvo en la dirección del partido y a finales de 2011, en medio de una fuerte crisis económica en España, ganó los comicios y alcanzó la jefatura del Ejecutivo.
En estos años se ha agudizado la impresión de que Rajoy es un resistente que, según sus críticos, parece pasar de puntillas por los temas polémicos, sean los recortes sociales, los casos de corrupción o el desafío soberanista de los nacionalistas catalanes.
Para sus seguidores se trata de un político magistral a la hora de manejar los tiempos y permitir que las polémicas se desinflen.
Hombre discreto, casado y padre de dos hijos adolescentes, Rajoy es un buen aficionado al deporte, en especial el ciclismo y el fútbol, y no oculta su predilección por el Real Madrid. EFE