Las tinieblas que se ciernen sobre el régimen, sería la consecuencia lógica de su sabotaje al gran enemigo en que se le ha convertido el pueblo venezolano, usándolo acomodaticiamente para culpar a la oposición de todos los males causados por ellos mismos al país. Adquiriendo especial significación las palabras de Pino Iturrieta: “Frente a la sede de El Nacional solo podían arrojar lo único que les sobra”, luego que “cuatro sujetos arrojaron excremento a la fachada del diario”. Quisiera creerles, a la cúpula chavista, hago un esfuerzo para asumir como cierto lo que dicen, pero termino decepcionado al corroborar que todo se trata de estupideces, como aquella de que llegaron al gobierno para hacer del “socialismo un camino forjador de una nueva sociedad”, aunque en esto no se habrían equivocado, porque hoy somos una sociedad sumida en la miseria, y eso es nuevo aunque el hambre cada día sea más vieja, o esta otra, “el compromiso de no hacer uso de la violencia una vez que estemos en el gobierno”, en lo que se muestran consecuentes porque los violentos estarían del lado de la oposición.
Nicolás y sus secuaces, supuestos herederos del pensamiento de Marx, Engels, Trotsky y Lenin, se han convertido en un referente excrementicio, mostrando muy bien la naturaleza de este gobierno. En el fondo, les importa muy poco la crisis que vivimos, no porque quieran ver, en primera fila y sin pestañear, la destrucción del país. Su lógica política, poco sui generis, es la del minero, quien destruye su entorno convencido de que con su trabajo se está beneficiando él y su familia, exponiéndose a riesgos como inseguridad, contaminación y epidemias recurrentes que como el paludismo están haciendo estragos, a la final, siempre termina arruinado, famélico, desaparecido o muerto, como contadísimas excepciones.
Se entiende que esa lógica, la de los mineros o de los autócratas que nos gobiernan, implica beneficiarse a sí mismos o impedir que otros lo hagan, en el caso de los primeros, con el ecocidio disminuyen la sustentabilidad de poblaciones enteras, hacen crecer falsamente economías locales, dando lugar a una ilusoria bonanza, sobreviniendo después la miseria galopante; en el caso de los segundos, la crisis humanitaria está generando efectos similares, con el peligro de un estallido social, que según el negrito de la Vicepresidencia “es inducido”, mientras el “iluminado” de Eleazar Díaz Rangel, con quien coincidía caminando por las adyacencias del Macaracuay Plaza, considera que “el desabastecimiento y las largas colas han dejado de ser un problema social, sino que se ha convertido en un problema político y que puede afectar la estabilidad del gobierno”, esperemos que a su edad ese esfuerzo deductivo no afecte su capacidad intelectual destinada únicamente a velar por la preservación del régimen.
En momentos cuando “Maduro vuelve a acusar a líderes de oposición de haber pagado para generar saqueos”, Istúriz amenaza a los educadores: “Escuela que no siembre hortalizas está de espalda a la revolución”, “al menos 80 personas irrumpieron con armas de fuego en agencia Polar de Catia”, sin que la Fiscalía ni ningún organismo de seguridad tome cartas en el asunto; y mientras Iris, la Fosforito, andaba marchando “junto a presos en Caracas”, “queman a una adolescente porque su padre no quiso pagar vacuna a presos de Tocorón” y el Sebin se niega a dar explicaciones sobre dos empresarios que habría desaparecido forzosamente hace más de 50 días; en razón de esos hechos, y muchísimos más derivados de una conflictividad que superaría el 80%, me veo obligado a darle la razón a Pino Iturrieta o a mi amigo cubano, que me dijo: “en tu país nada está bien, menos si hablan de alimentos”, allende las fronteras, con él escuché hablar de las tinieblas que se ciernen sobre el régimen, “sombras que soliviantan un mundo de niebla y dolor compuesto de excesos, violencia y espanto”, que en opinión de antillanos sobreviene porque las autoridades venezolanas se alejaron de la santería, debe ser por aquello de que Nicolás y la Combatiente Primada son seguidores de Sai Baba. Nicolás no debería negarse a la posibilidad de que lo despidamos como al “Profesor Jirafales”, con mariachis y aplausos…
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