Como muchos, Plalla pasa sus días interactuando en las redes sociales. Pero su obsesión no es charlar con amigos o ver el último video viral. La búsqueda de harina, arroz, desodorante o papel higiénico llevó a los venezolanos a hacer trueques en Whatsapp, Facebook o Instragram, reseñó El Impulso
“Tengo pañales, cambio por un kilo de pasta”, “Necesito leche al precio que sea, ya mi bb no tiene”, “Cambio champú por harina, xfis info al privado”, “Buenos días, solo tengo harina, la cambio por modes (toallas sanitarias)”… Los mensajes son infinitos en el entramado de miles de grupos creados en las redes para intercambiar productos básicos.
Plalla Álvarez, una asistente pedagógica de 34 años que debe su particular nombre al amor de su padre por la playa y el mar, interactúa en la zona donde vive, en Guatire, con unas 400 personas en Whatsapp y en Facebook con unas 600, precisó.
Sólo en “Trueque Puerta del Bosque”, el grupo de su condominio, hay 250 familias. “Ya olvidamos lo que era compartir de otros temas, todo lo que se habla es dónde conseguir alimentos, productos de aseo personal y medicinas. El trueque está a nivel nacional”, aseguró a la AFP.
Fotos de “Mantequilla Albeca, la rendidora”, “Avena Avelina”, “Mayonesa Mavesa”, “Harina Juana”, “Champú Every Night” y todo un supermercado on line de la cesta básica, circulan con los anuncios.
Asfixiada por el desplome de los precios del crudo, Venezuela padece una profunda crisis económica reflejada en una escasez de alimentos de alrededor del 80%, según la encuestadora Datanálisis, y una inflación que fue del 180,9% en 2015 y que el FMI estima en 700% para 2016.
“Trueque antibachaqueo”
Jophelin Primera, técnico en informática de 30 años, explica que esos grupos son muy variados y tienen sus normas, como por ejemplo horarios de chateo o la prohibición del llamado “bachaqueo”, la reventa de productos comprados a precios subsidiados.
“El administrador del grupo vigila que no se rompan las normas. La idea no es ganar dinero, sino estar abastecido de cierto modo. Como está la situación, lamentablemente nos vemos obligados a recurrir a este tipo de mecanismos para poder abastecernos un poco”, comentó.
A diario, los venezolanos hacen largas filas en los supermercados en busca de productos subsidiados.
El salario mínimo y el bono alimentario suman unos 35.000 bolívares y, por ejemplo, un paquete de harina de un kilo ‘bachaqueada’ cuesta 2.000 bolívares.
“Yo no tengo niños, pero sí hago cola y lo que hay son pañales, pues los compro y los cambio por azúcar y jabón que estoy necesitando”, manifestó Primera.
Maduro, a quien la oposición responsabiliza de la crisis y busca sacar del poder mediante un referendo revocatorio, culpa de la escasez a una “guerra económica” de empresarios de derecha que acaparan y especulan con la comida para provocar descontento y desestabilizar a su gobierno.
Las escasez es mucha y hay grupos para todo. Está el de “Mamás unidas”, donde se puede conseguir en Facebook biberones, fórmula láctea, toallitas y otras cosas para bebé. O los que venden cualquier “coroto”, (objeto). “Mi sobrina se viste “Made in ‘El Corotazo’”, dice jocosamente Plalla.
Ni chavistas, ni opositores…
Para evitar ser víctima de atraco, la cita para el trueque suele hacerse en lugar público, como la entrada de un centro comercial o una estación del metro. “Uno se pone de acuerdo por Whatsapp o Facebook, nos mandamos fotos o decimos cómo vamos a ir vestidos”, explica Jophelin.
Entre tantos mensajes que circulan en esos grupos para preguntar por productos escasos, se filtra también el ingenio venezolano: “Nos toca improvisar, también ponemos recetas de salsa de tomate casera y de cómo hacer una torta sin harina y sin huevos, o sin mantequilla, cuenta el informático.
“Hacer trueque está bien, pero lo malo es que tengamos que recurrir a esto para poder subsistir. Allí llega la decepción, la tristeza”, se lamenta.
Lo ideológico aquí se destiñe. “La idea es activar los mecanismos de solidaridad en la comunidad porque todos estamos pasando necesidad. Lo que le importa a la gente es obtener los productos, aseguró Plalla. “Ni chavistas ni opositores, aquí somos venezolanos”, reflexionó.