Gales vive del presente por una vez en los últimos 58 años, en los que siempre vivió del pasado. Ausente de todas las grandes competiciones durante casi seis décadas, hasta esta Eurocopa vivía del recuerdo de una generación cuyas ilusiones se derrumbaron por un gol de Pelé en el Mundial de Suecia 1958.
Edson Arantes do Nascimiento, ni más ni menos, fue quien se encargó de cerrar una puerta que ha tardado en abrirse demasiado tiempo, el que ha necesitado el grupo dirigido por Gareth Bale para volver a ponerse de nuevo delante de todos los focos de la escena internacional.
Desde aquel Mundial en el que Pelé eliminó a Gales en unos cuartos de final, el cuadro británico no participó en los siguientes 14 Mundiales y en las siguientes 14 Eurocopas. El total de grandes torneos internacionales en los que Gales estuvo desaparecido entre 1960 y 2014, asciende a 28.
Por eso, estos días se habla mucho por la concentración galesa de aquel equipo de 1958. Incluso la semana pasada, los 23 jugadores se reunieron en torno a una televisión para ver un documental de la selección que sólo pudo parar Pelé. Y, Bale, sin dudarlo, reconoció este martes que el choque de cuartos de final que disputará ante Bélgica es el más importante de la historia de Gales desde 1958.
Ese año ha quedado marcado en el recuerdo de la escasa historia futbolística de un país, que, sin embargo, alumbró grandes jugadores como Ian Rush o Ryan Giggs. Ellos nunca pudieron disputar una Eurocopa o un Mundial, pero siempre recordaron con orgullo a un grupo que jugaba en color pero que solo se puede ver en blanco y negro a través de imágenes antiguas.
Aquella selección, como la actual, tenía un nombre por encima del resto: John Charles, un delantero del Juventus que en 1959 fue tercero en el Balón de Oro por detrás de Alfredo Di Stéfano y Raymond Kopa. Con una altura considerable, 1’90 metros, y una bondad infinita -por eso le llamaban “El Gigante Bueno”, Charles, como Bale, era el líder de una selección que paseó su buen nombre por el Mundial de Suecia.
Después de empatar 1-1 con Hungría (con gol de Charles) y con México, y de firmar un choque sin goles frente a Suecia, Gales tuvo que ganar 2-1 a los magiares en un partido de desempate para que uno de los dos accediera a los cuartos de final. Allí esperaba Brasil para poner fin a una aventura que tardaría 58 años en repetirse.
Gales, sin Charles lesionado, consiguió poner contra las cuerdas a un equipo que aspiraba a ganar su primer torneo ocho años después del “Maracanazo”. Incluso disfrutó de alguna ocasión clara de gol que no fue capaz de aprovechar y eso lo pagó caro con la aparición en la escena de un joven adolescente no muy conocido.
Pelé, ausente en los dos primeros partidos del Mundial por unas molestias físicas, jugó el último de la primera fase y repartió una asistencia a Vavá ante la Unión Soviética. Fue un aviso de lo que iba a llegar después y Gales fue la primera selección en pagar caro la irrupción del que luego muchos dicen que fue el mejor jugador de la historia del fútbol.
El mundo dejó de dar vueltas en el minuto 66 de aquel partido, cuando Pelé controló con el pecho y de espaldas a la portería un balón que venía de la nada. Con un sutil toque, sin dejar caer la pelota, dejó sentado a Mel Charles. Después, sólo tuvo que rematar para marcar el gol que eliminó a Gales.
Mel Charles, hermano de John Charles, consiguió la camiseta de Pelé después del partido. La guardó con mimo en su casa junto a otras muchas de otras selecciones que coleccionó a lo largo de su carrera. Sin embargo, un día, ya retirado, los muchachos del pub al que acudía habitualmente en Swansea necesitaban prendas para jugar al fútbol.
“Yo quería que se sintieran como futbolistas y decidí que usaran las camisetas que estaban acumulando polvo en casa. Así que cuando fui al parque, las repartí entre todos los chicos. Se veían los colores de Irlanda, de Escocia, de Gales y de Pelé de Brasil”, dijo en una entrevista de 2009 a la publicación “Wales Online”.
“Al final del partido las camisetas, entre ellas la de Pelé, estaban salpicada de barro. Las metí todas juntas en la lavadora. Lo hice más veces, y a al final aquella camiseta de Pelé acabó siendo de siete colores diferentes”, recordó.
Mel Charles, el hombre al que Pelé desbordó para marcar su primer gol en un Mundial, inconscientemente enterró en el barro la camiseta de un genio que un día acabó con la aventura de un grupo hoy muy recordado por otra generación de galeses.
Décadas después de ese tanto y de la gesta galesa, Bale y compañía quieren llegar a unas semifinales y superar a la generación de John Charles. Quién sabe. Tal vez, dentro de 60 años, algún jugador del actual equipo de Chris Coleman recuerde como un día, en un solitario parque de Swansea, una camiseta de Eden Hazard acabó manchada de barro y llena de colorines por culpa de una lavadora mal puesta. EFE