“Mi origen es un pedazo de lo que soy. Es el ladrillo. Es lo que me dio una fuerza impulsora que equivale a 10.000 caballos de fuerza”. Esa es una de las frases que Sona Avedian posteó en su muro de facebook hace unas semanas. Y tal vez sea el concepto que mejor habla de ella.
Porque hace tres años, ahora tiene 33, decidió dejar su origen atrás y aprovechar esa energía que nombra, arrolladora e invencible, para concretar su sueño: ser una mujer.
Hasta ese momento Sona cumplía con los requisitos esperados por la sociedad: una familia compuesta por su mujer y una hija pequeña. Además, como marine estadounidense, participó en misiones de guerra a Medio Oriente y vivió situaciones límites. Un carrera desafiante y con muchos riesgos. Pero, al mismo tiempo, un camino elegido por él.
Pero, evidentemente, nada de eso “era lo suyo”. “Estaba en el cuerpo equivocado”, dice en otra de las publicaciones que elige hacer para reforzar la conciencia de la igualidad y en contra de la discriminación. De chico, recuerda que le decía a su mamá que quería ser una nena y usaba a escondidas vestidos.
“Era algo que tenía muy claro. De todas maneras, decidí esconderlo y armar lo que muchos llamarían una vida normal”. Aunque, siempre al tanto de la experiencia de personas trans.
Hasta que hizo ese click famoso y empezó su transformación. Renunció como marine, se divorció y hasta hizo una despedida con sus compañeros de entonces.
En ese momento pesaba 108 kilos y la barba y los músculos eran sus rasgos sobresalientes. Con lo cual, el esfuerzo que tuvo que realizar fue enorme. El primer paso: vestirse de mujer. Después, vinieron los tratamientos estéticos -como la depilación láser y las siliconas- y las terapias hormonales.
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