La Policía de Dallas (Texas, EEUU) recurrió de forma insólita a un robot con una bomba adosada, un instrumento hasta ahora únicamente utilizado en zonas de guerra, para acabar con la vida del autor de la matanza de cinco agentes
Expertos y fabricantes coinciden en que esta es la primera vez que se usa un robot para matar a una persona en Estados Unidos, lo que ha avivado el debate sobre la militarización de la Policía y el uso de tecnología de control remoto para labores de seguridad.
Ejércitos de todo el mundo tienen robots fabricados para el combate, incluidos los “drones” (aviones no tripulados) armados, pero no se conocen departamentos de Policía que posean ese tipo de tecnología.
Sí es común que la Policía en Estados Unidos tenga robots como el utilizado en Dallas, que no están diseñados para el ataque sino para detectar o destruir explosivos.
Modelos similares se han usado con el mismo fin en los combates en Irak y Afganistán.
Lo insólito del caso es que los agentes decidieran, en un intento desesperado por reducir al atacante, dar al robot un nuevo propósito: le adosaron explosivos y los hicieron estallar junto al agresor, matándolo.
Hasta ahora se habían visto otros usos imaginativos para este tipo de robots en operaciones policiales, pero nunca incorporar una bomba con el fin de matar a un sospechoso.
Robots como el de Dallas han sido utilizados para llevar objetos a sospechosos o rehenes, para distraer a atacantes, o para comunicarse con el agresor.
La Policía local informó a última hora del sábado de que el robot usado es un “Remotec, modelo F-5”, con un brazo con pinza en el que pusieron explosivo del tipo “C4”. El peso total de la carga era una libra, alrededor de medio kilo.
“Cuando todos los intentos de negociar con el sospechoso fallaron y bajo el intercambio de disparos, el departamento utilizó el robot táctico mecánico, como último recurso, para enviar un explosivos y salvar las vidas de agentes y ciudadanos”, explicó la Policía de Dallas en el blog en el que narran los avances de la investigación.
Lo que no se sabe todavía es si el robot utilizado en la masacre de Dallas dejó el explosivo y se retiró para evitar daños, o si fue destruido con la detonación.
La Policía de Dallas optó por este recurso insólito para proteger a agentes y ciudadanos después de varias horas de negociaciones e intercambio de disparos con el atacante, un exsoldado del Ejército estadounidense que volvió de Afganistán en 2015.
“No vimos otra opción que la de usar nuestro robot para bombas y ponerle un aparato explosivo para que detonara donde estaba el sospechoso. Otras opciones habrían expuesto a nuestros agentes a un gran peligro”, explicó el viernes el jefe de Policía de Dallas, David Brown.
Según varios medios, el departamento compró el robot hace algunos años como parte de un programa por el que el Pentágono vende equipamiento militar usado a las fuerzas de seguridad del país.
Por eso, el uso de un robot con explosivos ha reforzado las críticas que apuntan a que los departamentos de Policía estadounidenses están demasiado militarizados.
Ese fue uno de los debates durante las protestas que desencadenó la muerte del joven negro Michael Brown a manos de un policía blanco en el verano de 2014, a las que los agentes locales respondieron ataviados con equipamiento militar.
El profesor de la Universidad de Washington y experto en leyes y robótica Ryan Calo no considera que el uso del robot en una situación excepcional como la de Dallas abra ninguna cuestión legal, aunque se trate de un asunto sensible.
Otra cosa sería “si los agentes usaran robots terrestres y ‘drones’ en paradas rutinarias, lo cual sería problemático si tuvieran fuerza letal. Disminuiría la conciencia situacional y haría más fácil que las cosas escalaran”, explicó a la revista Fortune.
La Policía de Dallas no ha ofrecido más detalles sobre el modelo de robot usado ni ha aclarado si sobrevivió a la explosión y pudieron recuperarlo.
En lo que insisten es en que gracias al aparato y a la imaginación de los agentes se pudo poner fin a una masacre que ha conmocionado al país y dejado un pesado rastro de dolor, indignación, luto y división racial. EFE