Marisol Arcano solía asistir a los mítines de respaldo a Hugo Chávez, con la esperanza de que el régimen izquierdista significaría un futuro mejor. Pero ahora, con la economía venezolana al borde del abismo, esta madre soltera de 60 años y su hija de 14 no pueden desayunar porque no tienen dinero para comer tres veces al día, reseñó El Nuevo Herald.
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/ elnuevoherald.comAsí que tomaron una decisión. Venderían todas sus pertenencias para poder sobrevivir, parte de una “fiebre de vender cosas” que ha comenzado a imponerse en el país, afectado por disturbios y una escasez de alimentos, mientras comienza a tomar impulso un revocatorio al gobernante Nicolás Maduro.
“Nuestra situación es horrible”, dijo Arcano, de pie junto a una tienda de campaña roja frente a su casa en un suburbio de Maracaibo, en el oeste de Venezuela. La mujer recibe del gobierno una pensión de 15,000 bolívares mensuales, aproximadamente $15 en el mercado negro, pero eso no le alcanza para cubrir siquiera lo básico. “¿Quién puede vivir con ese dinero? Ayer gané 30,000 bolívares vendiendo mis blusas y pantalones”.
Arcano es una de una cantidad cada vez mayor de venezolanos de clase media y baja que se han tragado su orgullo y han comenzado a vender sus pertenencias. Lo hacen por dos razones: para sobrevivir en un país abrumado por la inflación, o para ahorrar suficiente dinero para marcharse a otra parte.
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