“Compadre usted si está flaco, vaya al médico porque eso puede ser una bacteria”, le dijo un amigo a Flabio Miranda, un señor de 68 años que vive en el sector 2 del barrio La Peña. Las palabras de aquel hombre tuvieron un efecto inmediato en Miranda quien fue hasta el ambulatorio de la zona y cuando lo subieron a la báscula notó que había perdido 8 kilos en dos meses.
“La doctora me preguntó si me dolía algo y con pena le dije que al día comía una o dos veces porque en mi casa no había qué comer”, relata el señor con tristeza, mientras se recuesta en uno de los bancos de la Plaza San José.
Miranda cuenta que el problema con alimentación en su casa empezó hace poco más tres de meses cuando las colas se empezaron a tornar violentas y él dejó de hacerlas por seguridad.
“En mi casa el único ingreso es el mío. Yo vendo pulseras en el centro y eso no da para mucho”, dice Miranda y agrega que “a la correa ya le abrí un par de huecos para que apriete el pantalón”.
Parecida es la historia de Leticia Vásquez. Ella es madre soltera y asegura que en los últimos dos meses ha perdido 7 kilos pues todo lo que consigue es para alimentar a su pequeña. “Tenemos un perro al que le damos sopa con conchas de verdura porque no dejamos nada”, asegura.
Y es que, la escasez de alimentos que hay en Venezuela tiene contra las cuerdas a más de uno. Según los números que maneja el grupo médico Lara Entera por la Salud, de cada 10 personas 8 se encuentran malnutridas en la actualidad.
“Eso de comer bien se acabó. El venezolano está comiendo por matar el hambre. El desabastesciemiento nos está matando de a poco”, analizó el nutricionista Armando Castillo.
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