La Administración Federal de Aviación de EEUU (FAA, por sus siglas en inglés) emitió este sábado una Información para Aviadores (NOTAM en su acrónimo inglés) en el que se comunicaba la prohibición de que aviones procedentes de Turquía aterricen en su territorio hasta el 1 de septiembre. El veto a estos vuelos será, de todos modos, revisado el 15 de agosto.
La prohibición se impone a todos los vuelos procedentes de aeropuertos turcos, incluyendo aquellos que hagan alguna escala intermedia. Afecta tanto a aerolíneas estadounidense como a las de cualquier otra nacionalidad. En la actualidad no existe ninguna compañía de Estados Unidos que cubra rutas entre este país y Turquía, por lo que el sector aeronáutico norteamericano no se va a ver afectado por el veto impuesto tras el fracasado intento de golpe de estado.
La medida, sin embargo, sí va a generar un gran daño a Turkish Airlines, que opera numerosas rutas entre Estambul y ciudades estadounidenses. En concreto, vuela hasta Atlanta, Houston, Boston, Chicago, Los Ángeles, San Francisco y Washington D.C.
La prohibición de volar a Estados Unidos durante el verano, unida al propio golpe de estado, tiene un fuerte impacto negativo en los planes estratégicos de la aerolínea turca. Con más de 300 aviones y con vuelos a cercar de tres centenares de aeropuertos de destino, Turkish Airlines es la cuarta compañía aérea del mundo. Su objetivo era emular a Qatar Airways y Emirates y convertirse en un agente fundamental para las conexiones intercontinentales entre todos los continentes.