La noticia dejó a más de uno sin palabras. A otros los llenó de rabia y de impotencia. Miguel Montiguado era un agricultor, de 41 años, que vendía sus productos en el Mercado de Mayoristas, en San Félix. El sábado, seis sujetos llegaron en moto a su casa, en el sector La Culata de Santa Rosa, en la vía a El Pao, lo asaltaron a él, a su esposa y a su bebé de 6 meses, publica Correo del Caroní.
Los vecinos no dudaron en tomar acciones. Capturaron a dos individuos que creen están involucrados en el crimen y llamaron a la Policía del estado Bolívar. Cuando llegaron los oficiales encontraron dos muertos.
Linchados
Armados de palos y con piedras golpearon a los dos hombres hasta matarlos. Y a uno lo decapitaron.
Los oficiales creen que le colocaron un mecate en el cuello y procedieron a arrastrarlo para desprenderle la cabeza.
Ambas víctimas fueron abandonadas en la carretera que conduce al sector La Culata de Santa Rosa. Presentaron hematomas y quemaduras por el sol. No tenían ningún documento de identificación. Ambos estaban descalzos y sin camisa.
Este es el cuarto caso de un degollado en el estado Bolívar durante el 2016. La primera víctima decapitada fue en El Rosario: un exconvicto al que también le arrancaron los antebrazos y le sacaron el corazón. El segundo, un minero; su cabeza fue dejada en la plaza de El Jobo, en El Callao. Y el tercero: en Caicara del Orinoco.
Dominó social
“Un linchamiento es una suerte de estallido social”, lo define el director del OVV, Roberto Briceño-León.
“El linchamiento es la respuesta a la carencia de protección por parte de la Policía y del Estado que no cumple sus funciones de protección y a la ausencia de justicia. Cuando el Estado no cumple, no protege y no castiga, no persigue a los culpables, la gente busca hacerlo por su propia cuenta”, advirtió Briceño-León en entrevista para Correo del Caroní en abril de este año.
En el balance de la violencia en el primer semestre de este año, el OVV resaltó que, lejos de traer justicia y calma, los linchamientos generan una sociedad más violenta.
En el conjunto residencial La Churuata, en mayo de este año, tres delincuentes casi fueron ajusticiados por intentar robar un carro en el estacionamiento.
En diciembre, un ladrón no corrió con la misma suerte que los tres de La Churuata y fue linchado por asaltar una casa en el sector Las Minifincas, en Puerto Ordaz.
Para la coalición de ONG promotoras de derechos humanos, Foro Por la Vida, los linchamientos tienen una raíz mucho más profunda que la delincuencia per se: el fracaso del Estado para contener la violencia.