Harry Sarfo dejó Bremen y viajó varias horas en auto hasta Turquía. Desde allí, unos hombres lo llevaron hasta los territorios controlados por el Estado Islámico en Siria, donde recibió entrenamiento para convertirse en uno más de los terroristas. Todo iba de acuerdo a sus planes pero, de repente, algo cambió. Las atrocidades fueron demasiadas y decidió desertar.
Entonces volvió a Alemania, donde confesó su colaboración con el Estado Islámico y fue detenido. Ahora, mientras cumple una condena de tres años de cárcel, contó en una entrevista a ‘The New York Times’ cómo una rama secreta del EI recluta y prepara extranjeros para atacar en sus propios países.
Con los ataques cometidos en Francia en noviembre del año pasado, se profundizó la pista sobre los terroristas preparados por el EI que actuaban solos. En uno de ellos estuvo por convertirse Sarfo, quien se radicalizó y se sumó a las filas de la unidad de inteligencia denominada Emni, una mezcla de policía interna y rama de operaciones en el exterior.
Al llegar a Siria, los encargados de las ‘entrevistas de admisión’ le hicieron muchas preguntas, como “¿cómo te llamas?”, “¿quién es tu madre?”, “¿qué estudiaste?”, “¿cuál es tu ambición?” o “¿qué quieres llegar a ser?”. Entonces, entre otras cosas, Sarfo aseguró que su intención era luchar en Irak y en Siria. Pero eso no era lo que necesitaban los terroristas. “Tras los primeros días, me llevaron a hablar con unos hombres con los rostros cubiertos y me explicaron la existencia de este servicio secreto. ‘No necesitamos europeos que luchen aquí, necesitamos una red de europeos que se queden en sus países y estén preparados para posibles ataques'”, le respondieron. La intención era “atacar al mismo tiempo en Inglaterra, Alemania y Francia”.
Entre otras virtudes, Sarfo era un buen aspirante, en especial debido a su capacidad para hablar alemán e inglés, ya que había vivido en Gran Bretaña durante su adolescencia.
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