La joven etíope Almaz Ayana se convirtió en la primera reina del atletismo de los Juegos de Rio-2016 al volar literalmente este viernes en la final de 10.000 metros y mejorar en más de 14 segundos el récord del mundo.
Ayana, de apenas 24 años, ya había avisado de sus posibilidades en Moscú-2013 con un bronce en 5.000 metros, que como una reina Midas transformó en oro en Pekín-2015 en la misma distancia.
Le faltaba brillar en unos Juegos Olímpicos y lo hizo en los primeros que disputó, en Rio-2016, a ritmo de samba, con una marca estratosférica de 29:17.45.
Empequeñecido quedaba el registro de la china Wang Junxia (29:31.78), que se había mantenido durante 23 años, al lograrlo en Pekín en 1993.
El récord era tan viejo casi como la propia Ayana, de 24 años.
“Esto significa mucho para mí. Dios es quien me puso aquí. Es un logro gigante para mí”, dijo la campeona al terminar la prueba.
“Lograr este récord es un sueño hecho realidad. Nunca pensé que esto podía pasar y estoy sorprendida. Muy feliz de haberlo batido”, añadió.
“Trabajé muy duro. No puedo decir que mis recientes entrenamientos fueran diferentes a los anteriores. Aunque fue muy duro, ha merecido la pena”, señaló.
Además de la joven Ayana, Etiopía colocó en el podio a Tirunesh Dibaba, que ganó el bronce, con su mejor marca personal (29:42.56), mientras que la keniana Vivian Jepkemoi Cheruiyot logró la plata, con récord nacional incluido (29:32.53).
Dibaba, tres veces campeona del mundo y dos veces olímpica de 10.000 metros, a sus 31 años, entregó definitivamente la corona a su joven compatriota.
– Sucesora de Dibaba –
Ayana, además, impidió a Tirunesh Dibaba convertirse en la primera mujer que lograba tres oros olímpicos consecutivos en una prueba.
La keniana Cheruiyot, a sus 33 años, después de haber sido campeona de mundo de la distancia en Daegu-2011 y Pekín-2015, además de bronce en Londres-2012, parece también haber sucumbido a la juventud de Ayana.
La nueva reina del fondo atacó a mitad de la prueba y se lanzó en una loca carrera contra el reloj para destruir el récord de la china.
El ritmo impuesto por la etíope contagió a las trece primeras clasificadas, que mejoraron sus marcas personales, incluida la propia Dibaba, que ha sido madre hace poco.
En Etiopía, la rivalidad entre las dos campeonas se ha hecho grande en apenas tres años, desde que la joven Ayana comenzara a brillar en Moscú-2013.
Ayana procede de una provincia occidental pegada a Sudán, de mayoría musulmana.
Dibaba, igual que su hermana pequeña Genzebe, poseedora del récord del mundo de 1.500 metros, Haile Gebreselassie y Kenenisa Bekele vienen de las montañas al sur de la capital Adis Abeba, de mayoría católica ortodoxa.
La victoria de Ayana llega en un año lleno de sombras en el atletismo de fondo etíope, después de que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) colocara al país en marzo en vigilancia junto a otras cuatro naciones con respecto a sus sistemas antidopaje.
Con el primer puesto de Ayana y el tercero de Dibaba, Etiopía suma 47 medallas en su historia olímpica, 22 de ellas de oro.
Desde que e Sídney-2000 lograra su récord de ocho preseas, ha mantenido ese nivel en Atenas-2004, Pekín-2008 y Londres-2012, ganando siete en las tres ocasiones.
En Rio-2016, en la primera prueba, ya ha cosechado dos.
AFP
Fotos Reuters