El ex presidente Chávez solía citar frecuentemente una sencilla frase resumida de Antonio Gramsci: ” La crisis consiste justamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer”. La agudización de la crisis venezolana ha generado la conformación de una nueva mayoría, evidenciada electoralmente y consolidándose tal como puede constatarse en recientes demostraciones.
La formación de ese nueva realidad política no ha sido por generación espontánea, si bien es cierto que la crisis tiene rasgos autonómicos en sus manifestaciones, también lo es que el desarrollo de una política alternativa -aún en medio de dificultades, limitaciones e insuficiencias- ha contribuido decisivamente a la configuración del nuevo cuadro político.
El anciano régimen (envejecido prematuramente) pareciera estar en su fase terminal y un nueva época puja por nacer, importantes señales nos sitúan en ese umbral. La gigantesca concentración del 1S venciendo todos los obstáculos, las burdas y descaradas triquiñuelas, las provocaciones, amenazas y las arteras maniobras, fueron sorteadas permitiéndonos presenciar la más viva y diáfana demostración de la voluntad mayoritaria de cambio.
Las fuerzas de la alternativa democrática han recuperado la calle y la confianza en su propia energía. Sin esperar efectos mágicos se han alcanzado propósitos esenciales. Renace el optimismo, nuevamente la esperanza está presente. Más allá de la colosal asistencia, hay otros logros no cuantificables matemáticamente, la política no es una ciencia exacta. Hay resultados tangibles, perceptibles que no se pueden expresar en cifras.
En contraste, el campo adversario sufre los efectos del deterioro por sus nefastas políticas. El cogollo gobernante se aísla cada vez más, los exaspera su actual situación.Se resisten a asumir la condición de minoría, los dislates se repiten insistentemente las amenazas y medidas represivas no causan el efecto esperado. Los que tienen más que perder aumentan su beligerancia para disimular sus temores. El pesimismo recorre sus espacios solitarios. El entusiasmo desapareció.La soledad es siempre una muestra del ocaso del autoritarismo.Un importante sector aspirar existir después de esta ruina. No quienes hundirse con Nicolás, para ellos también significa un escollo. No es descartable coincidir en el descontento con esos potenciales aliados, es más, puede ser necesario encontrarnos para transitar hacia el cambio político.
La casta y gobernante y sus segundones desprecian a la opinión pública, minimizan las jornadas promovidas por la Mesa de la Unidad inventan cifras ridículas y magnifican su escuálida asistencia. La mentira es moneda de curso legal en los medios de comunicación que controlan. La mendacidad se ha erigido en política oficial.Sus montajes son todos un balurde. Inventan golpes de estado, paramilitares en las proximidades de Llaguno y montan expedientes. Desearían que las fuerzas políticas y sociales agrupadas en la MUD se desviarán de la ruta trazada. El desespero los puede conducir a intentar cualquier aventura.
Los sucesos de Margarita son una emblemática expresión del nuevo cuadro, trascienden el ámbito local. Son simbólicos, proyectan el descontento mayoritario que recorre la sociedad. Sí Nicolás y su quinteto mas próximo, hicieran una adecuada lectura de los hechos recientes facilitarían el trayecto que permitiría avanzar en la solución pacifica, democrática, constitucional y electoral de la crisis.
La conducción política opositora no se envanecerá con el éxito, perseverará con la entereza y el aplomo conque ha venido actuando. El camino trazado en esta lucha no está exento de riesgos -así es la lucha social y política- no dibuja una línea oblicua siempre ascendente, la ruta tiene altibajos. La constancia, la iniciativa creadora y la imprescindible unidad son requisitos irreemplazables para alcanzar nuevas metas y lograr el cambio político cada vez más urgente y necesario.