El chavismo entró en la historia por un golpe de suerte, no conquistaron el poder sino que le calló en el regazo al finado por obra de los errores de los partidos, la acción de los preclaros notables aliados a los medios de comunicación y una crisis económica que los gobiernos de Luis Herrera a Caldera II no supieron superar y que empobreció de una manera escandalosa a la clase media de la época. Llegaron al poder sin comprenderlo y esta situación quedo encubierta por los precios en alza del petróleo y una oposición que no daba pie con bolas. Usando la tecnología del poder provista por los cubanos a cuenta del pago de altos royalties, se dedicaron a devastar la institucionalidad de democrática y la economía en una orgia populista como nunca antes vista en América Latina.
Esta constelación de circunstancias le dio al chavismo una sensación de eternidad, de que habían logrado superar las leyes del tiempo y el espacio y que podían ignorar a mansalva las reglas simbólicas que regulan la realidad de la modernidad reciente. Pero estas reglas son implacables y se terminan imponiendo por encima de las voluntades particulares o las apetencias de una banda de ignaros con la pretensión de ser los administradores de las leyes de la historia y terminaron abatiendo su pretensión de permanecer eternamente en el poder.
La tragedia del chavismo y de la banda de los 7 que administra la herencia del difunto, es que la realidad de hoy no es la realidad material que se regula desde el entendimiento objetivista propio del siglo XIX y gran parte del siglo XX, donde la realidad positiva se gobernaba en una alianza entre el racionalismo científico, individualismo moral y el funcionalismo sociológico, donde el objetivismo tenía como fundamento una masiva economía material gobernada por mercados altamente regulados propios de la segunda postguerra.
Hoy la realidad esta virtualizada, está regulada por lo simbólico, por eso se habla de la sociedad de la información, de la sociedad del conocimiento. De tal manera que hoy los intercambios sociales y económicos están determinados por reglas simbólicas. Hoy se intercambian imágenes, se acumula capital relacional y se transan bienes virtuales y simbólicos que construyen comunidades y subcomunidades sociales, culturales y éticas que pueden asombrar por su alto grado de definición así como comunidades culturales altamente permeables.
El chavismo por su ignorancia e incompetencia fueron incapaces de entender estas situaciones a pesar del alto capital invertido en asesoramiento extranjero sobre todo europeo -Ramonet por ejemplo, su gran reclutador-. Se enfrascaron en cubanizarse y en cubanizar la sociedad y en cuanto bajo el precio del petróleo se hundió la ficción de socialismo dramáticamente dejando una sociedad empobrecida en niveles espeluznantes.
Con la desgracia para el PSUV, que la oposición venezolana agrupada en la MUD, pudo aprender de sus errores retomar el camino electoral y emprender desde el año 2006 la larga marcha hacia la conquista de la democracia y ha venido construyendo una simbología para desplazar el chavismo del poder. Porque en el mundo de hoy el verdadero poder se construye alrededor de símbolos potentes e incuestionables y que sean capaces de construir amplios consensos.
Es por eso que el chavismo hoy está derrotado, porque no hay símbolo más poderoso que el voto como la representación de un pueblo empoderado políticamente. Por eso el Referendo Revocatorio se convirtió en un potente mecanismo para desplazar del poder a la banda de los 7, porque es la reivindicación del voto, porque es un mecanismo para producir el cambio que el 93% de los venezolanos desea de una manera constitucional, pacífica, democrática y electoral.
En la marcha del 1S, la oposición puso a prueba símbolos poderosos: ciudadanos en silla de ruedas marchando hacia Caracas para participar en la Toma de la Capital, los indígenas caminado a pie al igual que estudiantes y parlamentarios. Una imagen poderosa que muestra a ciudadanos comunes en una actitud estoica que revela una enorme voluntad de sacrificio con tal de salir de esta dolorosa miseria socialista. Ciudadanos sorteando todos los obstáculos para llegar a los sitios de concentración, superando una brutal campaña de terror desatada por el régimen revelando el hartazgo de la ciudadanía.
Razón tenía el Presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup, cuando mandó a retirar los símbolos chavista de la Institución, porque la oposición triunfante no podía convivir con los símbolos del régimen; el hecho de que lo hizo y no pasó nada, que el país permaneció tranquilo, es la mayor demostración de que el oficialismo se evapora, de que no tienen dolientes.
El chavismo se diluye asumiendo todo lo que es políticamente incorrecto en el mundo moderno, una fuerza represiva que encarcela a opositores, los tortura, aplica el terror y militariza las ciudades para impedir el ejercicio de los más elementales derechos ciudadanos. Mantiene una población en condiciones materiales intolerables política y éticamente, violentando los principios más elementales de los DD.HH.
Por todo lo anterior el chavismo es una fuerza política derrotada social, política e históricamente. La MUD hoy símbolo de esperanza sabrá cobrar esa derrota ese es su reto para los próximos días, terminar de despedir del poder a una banda que se convirtió en fétido fiemo, recuperar la institucionalidad democrática y sacar la economía en el profundo descalabro dictado por las políticas de un modelo concebido para el avasallamiento de los pueblos.