Hace unas semanas, el 2 de septiembre para ser exactos, la localidad de “Villa Rosa”, en la isla de Margarita, se convirtió en noticia nacional e internacional, luego que sus habitantes corretearan a punta de gritos y cacerolas, nada más y nada menos que al presidente Nicolás Maduro; el mismo por el que votaron en abril de 2013 para que gobernara el país, en sustitución de Hugo Chávez.
Hablamos de una barriada que poco aparece en internet, pero que en Nueva Esparta era conocida como una de las principales cunas del chavismo. Muestra de ello el triunfo que dieron al Comandante en las presidenciales de 2012, y al propio Maduro en 2013.
¡Pero hoy la realidad es otra!
Al igual que en toda Venezuela, la comunidad de Villa Rosa tiene hambre, cansancio y decepción por las promesas incumplidas y el desgobierno encarnado en el heredero de Miraflores; y bien lo expresaron sus amas de casa ese histórico 2 de septiembre, al ver caminar a Maduro por sus veredas, ofreciendo casas rehabilitadas, mientras sus neveras están vacías, sin agua y a punta de vela por los cortes de electricidad.
“El pueblo, arrecho, defiende sus derechos”, le gritaron a la pata del oído. Y no es cuento chino, lo vimos y escuchamos a través de los videos que los mismos vecinos de Villa Rosa lograron difundir a través de las redes sociales, prácticamente el único medio de comunicación que nos queda, gracias a las imposiciones y temores de este gobierno.
Lo peor es que mientras en el país persisten las carencias y la inseguridad, el Gobierno se empeña en organizar una Cumbre que, según algunos economistas, excede los 100 millones de Euros; dinero que pudiera invertirse en alimentos, medicinas y productos de primera necesidad. Ni hablar de los 14 mil funcionarios de seguridad que fueron desplegados en la Isla de Margarita para garantizar la integridad de las delegaciones internacionales. Ojalá la misma eficiencia reinara para resguardar la vida de los venezolanos, señor Presidente.
Lo cierto es que Venezuela cambió. Lo demostramos el 1 de septiembre al desbordarnos por las principales avenidas de Caracas; lo certificamos ese 2 de septiembre en Nueva Esparta; y lo ratificamos cada día de nuestras vidas dando ejemplo de civismo, firmeza y convicción.
¡Somos mayoría y NO tenemos miedo señor Maduro!
El ruido ensordecedor de las cacerolas que sintió en esa pequeña localidad margariteña, es solo una muestra del descontento popular. Ya era hora de que tuviera un contacto con la realidad presidente.
El repudio hacia usted y sus maneras de ejercer el poder lo hemos expresado de diversas maneras, todas democráticas, y ahora vamos por el Revocatorio.
Rechazamos también que en su afán de intentar castigar a quienes queremos progreso y pensamos diferente nos tenga pasando penurias, dolor y muerte, mientras se gastan el dinero del Estado para mostrar a la comunidad internacional una cara de Venezuela que no existe.
¡Seguiremos en la lucha. Venezuela lo merece!
UNIDOS somos invencibles.